20/9/11

Noche de luna llena


Si plasmara en un papel cada encuentro tendría la mayor colección de escritos, solo sé que de su cuerpo de mujer soy un adicto, adoro sus manos delicadas que resbalan por mi espalda, amo sus labios color rosa que me comen a besos en mis fantasías, adoro su aliento que se escapa tras gemidos de placer, cuando menciona mi nombre y me dice que solamente es mía, cada espacio suyo vive en mi, es una adicción es la amante que se encuentra en mi corazón.
Deseo besar su cuello en sueños y perderme en el arco de tus hombros, dejar caer sus ropa al suelo y acostarla en mi colchón, admirar su cuerpo de mujer y perderme en su desnudez , sentir cada ladito de su corazón mientras mis manos la exploran, besos y caricias al amor, mi lengua jugando en sus senos y mi mano explorando su sexo, su cuerpo desesperado y el mío loco por ella, es el retrato de una pasión es el momento en el cual nos fundimos los dos.
Adoro su cuerpo de mujer y me gustaría explorar cada rincón, que mi lengua bajara por su vientre buscando saciarse en su miel, sería el lienzo donde mi pincel plasmara mi pasión, el papel donde quedarían mis poemas gravados, el principio de la noche donde todo se mezclaría, amor pasión deseo, dos cuerpos que buscarían ser uno solo, uno jugando al cazador y otro a la presa, sabores de intimidad envueltos en sabanas blancas besos y gemidos jadeos que parecerían desfallecer, la mezcla perfecta donde mis poemas se reducen a un hombre y una mujer.
Son sus besos en mí piel y mi cuerpo apretado al suyo, seria ese el momento donde nos movería solo el placer, su lengua entrelazada a la mía en besos de pasión, sus manos acariciando mi cuerpo y las mías apretadas acariciando el tuyo, la humedad de su sexo reclamando el mío, así sería la noche donde se fundirían dos cuerpos de amor, es el instante en el cual no existe nada más que ese encuentro húmedo de los dos, cuando me pedirías mas y no desearías que me detuviera, cuando yo te pediría mas y mas y llenaría tu ser, cuando te desearía hasta desfallecer.
Te pediría que cerraras los ojos un instante y solamente sentirías como te deseo y como te amo, mi cuerpo unido al tuyo en movimientos zigzagueantes , bañados en sudor con sabor a placer, tus gemidos de mujer, el contorno de tus caderas que me llevaría a la locura, tu sexo húmedo deseando mas, tus uñas desesperadas que se clavarían sin querer en mi espalda, el cabello en tus hombros danzando al ritmo mientras me haces el amor, cerraría los ojos un instante y te pediría que me dejaras hacerte el amor hasta verte desfallecer de placer, me darías la fragilidad de tus caderas y la humedad de tu ser, girarías tu cuerpo dándome la espalda, sabes cómo me gusta poseerte de que manera, me darías tu pasión hasta que llegamos al éxtasis final, te perderías en la oscuridad de mi habitación, te pediría que fueras mi amante y mi musa, mientras pasa la noche y la luz de la luna se asoma intrusa para vernos desfallecer de placer.
La noche acaba, el amanecer llega y el despertar, solo ha sido otra noche de sueños y fantasías, otra noche donde llegaste a mi cama y te marchaste al amanecer…

8/9/11

Carmen, Una amiga del pueblo


CUANDO CONOCÍ A CARMEN.
Habíamos estado juntos varias veces pero siempre con el miedo de que nos pudieran ver, nos podían oír. Al día siguiente tenía que marchar los encuentros me sabían a poco, aproveche que mi tía estaba en el baño para hablar con ella.

---… Quiero tener una noche contigo desde el atardecer hasta que amanezca quiero ver las estrellas bajo tu regazo besarte bajo la luz de la luna que seas mía toda la noche y juntos despertar por la mañana quiero amanecer a tu lado, disfrutar una apasionada noche y ver amanecer el nuevo día, rodeado de tus brazos ser lo primero que vean tus ojos y tu rostro lo primero que vean los míos sentir tu cuerpo relajado junto a mi tal vez desnudos bajo las sabanas y despertarte con un dulce beso y decirte te amo en un susurro.

Mientras le hablaba al oído mis manos acariciaban su cuerpo desde el cuello hasta sus rodillas por encima de la suave tela de su fino vestido, giro su cabeza hacia mí y con los ojos vidriosos y su acento andaluz me respondió.

---… Pero tú sabes que eso no pué se, no estamos solos, tu tía duerme abajo, no quiero imagina qué pasaría si nos descubriera juntos en la cama, se enteraría tú el pueblo, lo que me pides no pué se, es imposible Migue, quedémonos con lo que tenemos, me as dao más de lo que nunca recibí en tos los años vivíos, quiero tene y guarda para siempre este recuerdo tuyo, como me has hecho sentirme muje y mu felii.

No estaba resignado a llevarme solo aquellos ratos a escondidas, deseaba sentirla en mis brazos, acariciar su cuerpo desnudo, beberme su cuerpo y hacerla gritar de placer, era una mujer fogosa falta de mimos y cariño y yo deseaba dárselo todo y llevarme de ella también todo.
Siempre he creído que las casualidades existen por algún motivo desconocido pero que, en el fondo, tienen su razón de ser. Las cosas no pueden ser solo porque sí... O tal vez SI???
Nos conocimos así, por casualidad, había ido a visitar a un familiar una tía por parte de madre, una mujer mayor que vivía en un pueblo de Andalucia, Carmen se cuidaba de los trabajos domésticos desde su última recaída, Carmen tenía 28 años hacia unos meses que su su marido se había ido a trabajar al extranjero porque en el pueblo no había trabajo, llevaba solo dos años de casada.
Nos encontramos en el lugar apropiado y en el momento oportuno. Nos sorprendimos hablando con asiduidad de temas intimos, descubriéndonos un sentido de humor similar y aficiones a la lectura, a la escritura, la música o el cine parecidas. Ese descubrimiento nos llevó al desenlace lógico.
El encuentro.
Esa temida, deseada y terrible primera vez!!!. Ojalá se pudiera pasar por alto el trámite de la primera para ir directamente a la segunda, o a la última. Aunque debo reconocer que esta fue más parecida a una segunda que a una primera.
Unas películas y el sofá se fueron convirtiendo en cómplices de intimidades durante el tiempo que permanecí como invitado de mi tía. Primero un roce casual, una mirada, luego una caricia lenta, después un brazo rodeando su cintura, su boca susurrándome al oído que me estuviera quieto, su respiración en mi cuello. La poca lucidez que el vino me había dejado se esfumó ante aquel cuerpo que se revelaba contra la cordura y reclamaba lo que le apetecía, lo que quería y lo que deseaba.
Fuimos acomodando nuestros cuerpos uno al otro en el íntimo y reducido espacio que nos proporcionaba el sofá. Esa noche hacia calor, me quite la camisa ella no llevaba sujetador, una de mis manos se deslizo por sus hombros dedicándose a acariciar sus pechos, sopesándolos, estrujándolos y pellizcándolos, haciendo que sus pezones se endurecieran entre mis dedos, con la otra me entretenía recorriendo sus muslos bajo el fino vestido, en la parte más interna entre sus muslos entrando y saliendo, escuchando el susurro de un quejido suave, los temblores de un cuerpo provocándole oleadas de placer que aumentaban a medida que notaba como crecía mi erección pegada a su pierna.
Nuestras bocas se buscaban para a punta de lengua violar lentamente los labios del otro, rompiendo la barrera y abriéndose camino hacia dentro. Penetrando, ocupando, lengua con lengua, saliva con saliva. Apartándonos solo para poder volver a ese baile de humedades compartidas. La notaba húmeda, mis dedos resbalaban entre sus humedades, buscando y encontrando la puerta de mis deseos, saliendo y entrando hasta lo más profundo de su mojado sexo con mis dedos, ella disimulaba como podía los gemidos con risas nerviosas hasta que no pudimos más.
La hice levantar y la senté a horcajadas sobre mis piernas me desabroché el pantalón, bajándolo lo justo para dejar libre mi miembro. Se lo que deseaba y yo quería que ella tuviera su parte por lo que me estaba provocando.
Empezó a acariciarlo con una de sus manos comprobando la erección y dureza. Aparte la fina tela que cubría sus intimidades a un lado.

---. Miguee no podemos, yo no tomo na y me puedo queda preñaa.
---. No te preocupes mi niña, no me quedare dentro, te lo prometo.

Ella lo dirigió a la entrada de su sexo, fue penetrando suavemente hasta estar toda dentro mientras ella echaba su cabeza hacia atrás mordiéndose los labios para no gritar, mi mano subía y bajaba por su cintura hasta sus pechos bajando la fina tela y dejándolos ante mi ansiosa boca que empezó a devorarlo con pasión, aceleraba y frenaba el ritmo sin dejar de mirarla, viendo como el placer se le escapaba por los ojos. Aguantándome las ganas de correrme y llenarla, no debía hacerlo, no habíamos tomado medidas, seguí llevándola hasta ese punto en el que el deseo se convierte en grito, haciéndola llegar al cenit del placer con un orgasmo al tiempo que sentía entre sus muslos mi eyaculación. Después de esta primera vez hubo más veces, siempre a escondidas con miedo de ser descubiertos, nunca con la tranquilidad que yo deseaba.

LA ÚLTIMA NOCHE.
Nunca me ha gustado seguir los consejos al pie de la letra, por eso, a pesar de la recomendación del viejo refrán que dice más vale pájaro en mano, yo quería experimentar la aventura de pasar todo una noche con ella. Recordar nuestra primera vez, las conversaciones posteriores a ese encuentro y el recuerdo de sus palabras me excitaba e incitaba a acercarme a ella para hacer realidad las fantasías que habíamos dejado suspendidas en el aire. Pero las ilusiones son peligrosas porque no tienen defectos y, al final, uno acaba olvidándose de cómo es la realidad. Yo no quería que eso me ocurriera, para evitarlo, tenía que descubrir cuanto antes hasta donde llegaban las fantasías y donde empezaba la realidad con aquella mujer.

Esa noche charlamos animadamente como cada noche dejando al descubierto una cómoda complicidad entre ambos, pero no era eso lo que yo quería descubrir. Así que cuando habían pasado unos minutos y tenía la certeza que no nos oiría mi tía que hacía unos minutos se había retirado a su habitación aproveché para provocar la situación y empecé a acariciarla, deslizando mis dedos entre su pelo mientras nos besábamos con la vista puesta en la puerta de la habitación del fondo, bajando luego mi mano por su espalda hasta llegar a su trasero. Empecé a acariciar sus piernas, según iba subiendo la mano su vestido me iba abriendo paso resbalando suavemente por sus caderas hasta llegar a la cintura.
Ella me recriminaba con su gracioso acento.

---. Migue, esto no esta bien, lo que paso el otro día paso y yasta, no debemos lleva esto mas lejos, soy una mujé casá si se enterara mi marío algún día, o me quedara preñá, el me mataría, ya zabes tú como son los hombres del pueblo.

Yo la oia pero no podía parar, su cuerpo me volvía loco y seguían mis manos explorando su lozano cuerpo, sus protestas eran solo suplicas de que siguiera, que sus deseos eran tantos como los mios.
Ven, le dije tirando suavemente de ella intentando llevarla hacia la escalera que nos llevaría al piso de arriba donde estaba mi habitación.
Seguimos besándonos mientras íbamos subiendo y quitándonos la ropa. Poco a poco mi mano fue recorriendo sus caderas y su vientre, esta vez sin nada interponiéndose entre mi mano y su piel, hasta llegar a su braguita negra como la espesura que cubría su sexo, después de pasar mis dedos por encima comprobando su humedad los introduje por debajo de su ropa interior sintiendo su calor en mis dedos, su deseo, su humedad, su sexo que, caricia tras caricia, mostraba cada vez más las ganas de ser tomado. De sus labios se escapaban pequeños quejidos y suspiros de placer que me iban excitando cada vez más, me llevaban a besarla por el cuello y por los hombros haciendo que su excitación fuese en aumento.

Ella fue bajando sus manos con caricias lentas, podía sentir cada uno de sus movimientos por mi cuerpo, hasta deslizar suavemente su mano bajo mis calzoncillos acariciando lentamente mi excitado y duro miembro, acariciando suavemente y con mucha sensualidad mis testículos, jugando con ellos entre sus dedos.

---.Que grande y hermosa es, es mucho mas grande que la de mi mario.
---. Y tu huevos mu gordos, ezo es que no los vacias mu seguio.
---.La primera vez me parecía me ibas a rajar toa.
---. Va s a tené cuidao ehhhh, no te corras dentro.

Mientras oia sus graciosos comentarios mi mano seguía metida bajo sus braguitas y mis dedos encontraban y jugaban con su clítoris entre la espesura de la pelambrera negra que lo escondía, lo acariciaba muy lentamente, sintiendo como su deseo y su humedad iban cada vez a más.


Se separo de mi, soltó lo que hasta en ese momento tenía entre manos, mientras caminaba las prendas de ropa que aun cubrían su cuerpo fueron cayendo al suelo, se caer en la cama y con una sonrisa maliciosa y un gesto con su mano, me pidió que me colocara sobre ella. Sus pechos desnudos quedaron frente a mí, deslice mis manos por sus hombros y los acaricie, quería sentirlos, rodearlos con mis manos, apretarlos y saborearlos, sin dejar de contemplar tanta belleza mis labios cayeron sobre uno de ellos, mi lengua se adueño de uno de sus pezones y después del otro, besándolos, chupándolos y mordisqueándolos, sintiendo como se ponían cada vez más duros entre mis labios. Ella puso sus manos en mi torso, acariciándolo, dejando que sus dedos repasasen una y otra el vello de mi pecho.
Con mis dos manos acaricie su linda morena y rizada cabellera y la besé, pase una de mis manos a su nuca y agarrándola por el pelo le eche la cabeza hacia atrás, la besaba, la lamia le mordía el cuello y los hombros, le daba suaves mordiscos por toda la zona, podía sentir como sus piel se erizaba bajo mis labios, finalmente llegue al lóbulo de su oreja y se lo mordí muy despacio, me separe un poco de ella para ver como se estremecía. Volví a besar su cuello, sus hombros, bajando lentamente por sus pechos, su vientre hasta que mis labios rozaron su braguita. La mordí y se la baje despacio con mis dientes, quería disfrutar de ese momento, de la aparición de su sexo ante mis ojos, brillantes por la excitación, levanto las piernas y acabe de retirar la minúscula pieza de ropa interior.

La deje a un lado y me incline sobre ella, quería saborearla, deslizar mi lengua entre sus labios y emborracharme con los jugos de su placer, sabía que eso la volvería loca, nunca había disfrutado de ese placer. Pase mis manos bajo sus rodillas, levante sus piernas y acerqué mi cara a su sexo, mi lengua busco y lamio varias veces su clítoris muy despacio, la excitación iba subiendo poco a poco, la noche era nuestra, quizás la última quería disfrutarla toda, de arriba a abajo, no quería dejar ni un solo milímetro de su sexo sin saborear. Después de unos minutos podía notar como su humedad empapaba mi cara, estaba muy excitada, sus suspiros iban en aumento y cada vez eran más seguidos, seguía masajeando con mi lengua su abultado y duro clítoris. Mi lengua no paraba de jugar con él, dándole suaves lamidas en todas direcciones, mis dedos jugaban en la entrada de su sexo encharcado de los jugos del orgasmo, haciendo pequeños círculos en su inicio, podía sentir como cada vez que la tocaba se contraía, su espalda se arqueaba y un gemido salía de lo más profundo de su interior.

Poco a poco y entre juegos acabe teniendo dos dedos metidos en su sexo, mi lengua seguía jugando con su clítoris notando mis dedos cada vez mas mojados. Sus gemidos iban en aumentando y los orgasmos la invadían uno tras otro, tan seguidos que parecían solo uno interminable, finalmente arqueo la espalda y acompañados de un grito empezaron a manar jugosos fluidos de su sexo dejando una gran mancha en la sabana empapando mi mano y sus muslos.
Cuando los síntomas orgásmicos y la respiración se normalizo, tomó mi cabeza entre sus manos y su boca buscó la mía para fundirse en un beso en el que degustar su sabor y agradecer el placer que le había proporcionado. De rodillas entre mis piernas y mirándome fijamente, puso su mano en mi pecho y me echo hacia atrás. Pasó la lengua por la palma de su mano y agarrando mi miembro empezó a acariciarlo dándole suaves masajes en círculos alrededor del glande, no tarde ni dos segundos en ponerme rígido y los testículos duros hasta dolerme. Había llegado mi turno o eso fue lo que yo pensé hasta que, con la misma mano lo situó frente a su sexo y se dejo caer introduciéndolo hasta lo más profundo. Empezó a moverse suavemente hacia delante y hacia atrás, gimiendo, frotándose contra mi vientre, contrayéndose cada vez que mi sexo entraba en el suyo hasta el fondo, disfrutando de los suaves movimientos. Cada vez su ritmo era más acelerado y sus suspiros más seguidos. Me pidió que la sujetara por las caderas y le pellizcara los pechos mientras dejaba caer su cuerpo hacia atrás, sin parar de moverse con mi ayuda, cada vez más fuerte, apretándose contra mi sin dejar que mi polla saliera de aquel húmedo paraíso, disfrutando de todas y cada una de las sensaciones que recorrían su cuerpo y el mío.
Aceleró sus embestidas mientras fuertes espasmos sacudían su cuerpo. Yo seguía sujetándola por las caderas, disfrutaba acompasando su orgasmo a los movimientos, mientras la apretaba fuertemente contra mí para que me sintiera dentro mientras se corría, moviéndola despacio para que en medio de sus fluidos notase el suave roce de mi miembro contra las húmedas paredes de su sexo.
Después de correrse se dejó caer a un lado, y comenzó a lamerme y morderme los labios, la barbilla, el cuello, el pecho, el vientre. Esta vez sí, esta vez era mi turno, su lengua comenzó a recorrer mi polla, humedeciéndola, recorriéndola con una mano, mientras que con la otra masajeaba mis huevos. Vi como desaparecía casi por completo dentro de su boca, una y otra vez. Mordisqueaba, chupaba, lamía sin dejar de mirarme fijamente aumentando mi excitación, quería que ahora yo disfrutase, quería ver mi expresión mientras me corría en su boca, quería saber que era ella la que provocaba esa sensación de placer en mí. Le aparté el pelo y se lo sujeté para disfrutar de las chispas de lujuria que escapaban de sus ojos hasta que el deseo me desbordó inundando su boca de leche caliente y expresa, era todo lo que ella me había sacado, con todo lo que ella me había provocado con sus labios y su lengua.
Se echó a un lado, la cabeza a escasos centímetros de mi miembro mirándolo mientras lo sujetaba dándome suaves masajes, alargando todo lo posible la sensación de éxtasis. Yo la miraba a ella mientras me acariciaba, miraba como una de sus manos seguía acariciando y masajeando mi polla y la otra los huevos, muy despacio, sin dejar de mirarla, sin dejar de mirar como disfrutaba de mi cuerpo, como me acariciaba. Mi mano libre buscó hueco entre sus piernas y acompasando uno de mis dedos a sus movimientos alcanzó un nuevo orgasmo.
Nos quedamos abrazados hasta que el cansancio nos rindió al sueño. Por la mañana me desperté temprano, mi tía se había marchado a casa de una de sus hijas, Carmen había preparado café.
Cuando terminamos de desayunar y después de una ducha nos volvimos a la cama. Se dejó caer hacia atrás y me quedé mirándola, mirando su cara, sus ojos, su melena negra alborotada esparcida por la cama, estaba para comérsela. Miré el reloj, eran las ocho y media, mi vuelo salía a las dos de la tarde, tenía tiempo suficiente para no conformarme solo con mirarla e imaginar pero eso os lo contaré otro día.