24/2/11

Lola, la señora de la pensión



Terminado el servicio militar buscaba trabajo y me contrato una empresa que se dedicaba a montar maquinaria industrial, era una empresa italiana cubría toda España.
En el mes de julio estábamos en un pueblo pequeño de la provincia de Barcelona montando las maquinas de una fabrica textil, como estábamos a mas de 100 kms de la base nos quedábamos a pernotar de lunes a viernes.
La empresa contrató una pequeña pensión regentada por una mujer viuda de unos cuarenta y algunos años que vivía sola con una hija de 17 años. Los únicos de huéspedes solo estábamos mis tres compañeros y yo. Lola que así se llamaba la dueña era una señora bien parecida que se adivinaba un bonito cuerpo bajo las ropas oscuras y anchas que siempre llevaba, se había quedado viuda hacia nueve años, su marido murió después de una larga enfermedad, desde el primer día el trato era casi como en familia, era una mujer muy simpática y agradable en el trato, lo que no le gustaba era que le gastáramos según que bromas a su niña, una niña que siempre iba provocando con sus minifaldas y sus escotes dejando ver unos pechos muy generosos para su edad, cosa que era hereditario la niña era lo que entonces llamábamos una golfilla.
Los viernes después de la comida ya cargábamos las bolsa de la ropa, a las 6 de la tarde poníamos rumbo hacia Barcelona para pasar el fin de semana. Ese viernes se me olvido en la habitación mi reloj y antes de marchar pase por la pensión a recogerlo, entre y no había nadie, pensé que la señora debía estar en la cocina y subí a recoger mi reloj, cuando Salí de la habitación pensé ir al baño antes de marchar, abrí la puerta del baño ya con la bragueta bajada para hacer un pis ante mis ojos estaba la señora Lola totalmente desnuda poniéndose crema hidratante en su cuerpo, quede sin articular palabra y sin poder moverme por unos segundos, solo contemplando aquel cuerpo desnudo, mis ojos no podían apartarse de aquellos pechos y la espesura negra entre sus piernas, cuando pude reaccionar salí rápido cerrando la puerta y metiéndome en el coche donde mis compañeros me esperaban para marchar.
Durante el viaje y el fin de semana solo tenia en mi memoria la imagen del cuerpo de Lola desnudo, y su mirada al verme en la puerta.
El lunes a la hora de la comida no me atrevía a mirarla a la cara, pensaba que me llamaría la atención por entrar de aquella manera, ella actuaba como si no hubiera pasado nada, pasaron varios días y una tarde cuando estaba echado en la cama después de comer para dormir un rato antes de volver al trabajo, tocaron a la puerta y sin que me diera tiempo a contestar se abrió la puerta era la señora Lola, cerró la puerta y se sentó en un lado de la cama mirándome mientras sonreía.

--¿Estas enfadado conmigo por algo?
--Yo,, nooo ¿porque iba a estarlo.
--desde el viernes pasado no me diriges la palabra:
--Señora lo siento, discúlpeme por entrar de la manera que entre el otro día.
--De verdad que no sabia que usted estaba dentro.
--Y de haberlo sabido hubieras entrado?

Me dijo sonriendo con un gesto picaron.

--Claro que no, es que vine a buscar el reloj que se me olvidó y pensé hacer un pis antes de irme.
--No pasa nada Miguel, lo que no quiero es que eso rompa el buen rollo que había entre nosotros antes de lo que pasó el viernes.
--¿Sabes que podías hacer?
-- Dejarme verte desnudo y así estábamos en par, jajajaj.
Yo estaba solo con los calzoncillos encima de la cama, era verano y hacia mucho calor, mientras me decía eso apolló su mano sobre uno de mis muslos, se levanto dirigiéndose a la puerta y antes de cerrarla se volvió me miro fijamente a los ojos me guiño y me dijo.

--Ahhh y cuando hagas tus cositas ves con mas cuidado que ayer manchaste las sabanas.

Cerro la puerta y se marchó. Esto ultimo se refería a que la noche anterior pensando en ella de cómo la vi el viernes no pude aguantarme y me masturbe, aunque puse cuidado en no manchar las sabanas no debí hacerlo bien.

Por la noche después de cenar íbamos a un salón de juegos que había unas calles mas arriba donde se reunían todos los chavales del pueblo su hija Maria también estaba algunas veces, subí a la habitación a buscar unas monedas para los futbolines y cuando salía de la habitación oí como la señora me decía.

--Miguel esta noche cuando todos duerman me gustaría que vinieras a mi habitación.
--¿Te atreves?

Su habitación estaba al final del pasillo, cuando me giré la vi de pie en la puerta sonriendome. El tiempo que pasó hasta que llegó la hora se me hizo larguismo no podia concentrarme en nada, no tenia claro si debia ir o no.
Al final me atrevi.
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