29/9/12

Con la madre y la hija


REMEDIOS.
Hacía varios meses que salíamos, a Carola la conocía del barrio había estado casada cuatro años y hacía dos que se había separado, tenia 36 años y un bonito cuerpo, nuestra relación no era lo que se puede decir una relación seria de pareja, salíamos juntos, lo pasábamos bien pero sin que ninguno de los dos pensara ir mas allá, disfrutar mientras durara. Algunos fines de semana me quedaba a dormir en su casa y su madre no le parecía mal siempre decía que lo que disfrutáramos en esta vida  era lo que nos íbamos a llevar  para la otra y ponía de ejemplo su vida.
Remedios que así se llamaba la protagonista de de este relato era una mujer de 56 años aunque por su aspecto jovial y su físico nadie juraría que los tenía, siempre se la veía arreglada, bien peinada y maquillada, era una mujer mas bien bajita, y algo rellenita y de grandes pechos aunque sin caer en la exageración, por su aspecto aun se le aguantaba bien arriba y duros.
Solo con treinta años se había quedado viuda y con una hija de pocos años, según había contado en alguna  conversación, no le fue fácil criar una hija ella sola y en un mundo de hombres, alguna vez había explicado que al quedarse viuda tan joven los tíos la buscaban pensando que estaría desesperada y fácil de llevar al catre.
Habíamos cojido mucha confianza y los temas de sexo no eran tabú entre los tres. A mi pregunta de si había tenido algún novio o ligue en todos esos años su respuesta fue contundente, que entre sus piernas solo se había colado un hombre, su marido., yo bromeaba diciéndole que el día que volviera alguien a intentarlo iba atener que llevarse el martillo de los paletas, ella se reía.
Ese sábado había quedado con Carola de pasarla a buscar para ir al cine a ver una película de estreno que nos gustaba a los dos, llegué Carola me abrió la puerta y me dijo que tendría que esperarme un poco, su madre estaba en el baño y que cuando saliera se acabaría de arreglar y marcharíamos.
A los pocos minutos salio la madre enfundada en un albornoz blanco cortito que mostraba sus muslos, me saludo cariñosamente como siempre entrando en su dormitorio.
Desde la posición que yo estaba sentado en el sofá la puerta de la habitación quedaba enfrente, al entrar la puerta quedo medio abierto sin que ella se percatara, o quizás a caso hecho, nunca lo sabré  ni se lo pregunté ni ella me lo dijo nunca. Yo hacía como miraba una revista pero lo cierto es que no quitaba ojo de la abertura de la puerta en la que se veía al fondo un armario con las puertas de cristal de espejo.
En los espejos se veía reflejada la imagen de Remedios y lo que sucedió me dejo sin respiración y los ojos que se me salina de orbita, Remedios se había despojado del albornoz y su cuerpo se reflejaba desnudo en el espejo, se frotaba el cuerpo untándose la crema hidratante sin darse cuenta que yo observaba todos sus movimientos, cuando se frotaba entre los muslos pude ver con claridad la selva negra que ocultaba entre sus piernas, nunca había visto algo semejante, era de una intensidad y oscuridad como nunca había imaginado que se pudiera tener.
Solo de ver como se acariciaba primero el cuerpo y después sus maravillosos pechos me subió una erección difícil de controlar, aproveche cuando Carola entro en su habitación después de salir del baño para entrar e intentar bajar la erección, Remedios no me lo ponía fácil, había dejado sus bragas en el cesto de la ropa  y no pude evitar olerlas eso aun me excito mas.
Mientras Carola se cambiaba de ropa no pude evitar pajearme intentando bajar mi erección, no podía salir así del cuarto de baño, los chorros de semen no tardaron en salir como cohetes sobre las bragas que aun tenía en mis manos,  mientras limpiaba lo que había caído al suelo carola me decía que estaba lista para irnos, no sabia que hacer con ellas y finalmente las volví a dejar en el cesto.
Al día siguiente Carola me llamó por teléfono  desde el trabajo para pedirme si podía pasar por su casa para mirar que pasaba con la corriente eléctrica, su madre la había llamado comunicándole que se habían quedado sin corriente.
Cuando llegue remedios ya me esperaba en el rellano de la escalera hablando con una vecina, había corriente en los demás pisos menos en el suyo, entré a echar un vistazo y le pregunté que había pasado antes de quedarse sin luz, ella me dijo que estaba planchando y de golpe se marcho la luz.
Después de echarle un vistazo al cable de la plancha me di cuenta que podía haber sido la culpable. Baje al cuadro de contadores y el automático del piso estaba saltado.
Después de que el piso volviera a tener luz arregle el cable de la plancha que había sido la causante del corte de corriente, mientras lo reparaba Remedios estaba al lado mirándome, esa mañana estaba mas radiante que de costumbre se había maquillado y pintado los labios, sonreía y la veía nerviosa, un trapo de cocina que llevaba en la mano no paraba de apretarlo, la veía deseosa de preguntarme algo.
- Miguel, entre Carola y tu va todo bien.
Me la quede mirando noté que su nerviosismo aumentaba al sentir mi mirada.

- Porque me pregunta eso Remedios.
- Es que últimamente os noto muy serios.

Eso no era cierto, era una excusa ya que hasta el día anterior siempre nos mostrábamos alegres y bromistas siempre que estaba ella delante no nos cortábamos en  darnos abrazos y arrumacos.
Se le habían subido los colores, entonces  supe que se trataba sobre su prenda intima.

- Remedios, quiero pedirle disculpas, se que no estuvo bien lo que hice ayer.
- Y que hiciste ayer Miguel, no se que quieres decir.

- Si que lo sabe Remedios, no te has la tonta.
- No pude resistirme cuando entre al baño y vi tus bragas en el cesto de la ropa.
- Ahh era eso.
La sonrisa la delató, se había dado cuenta, como para no darse si quedaron todas empastifadas de semen.

- Ayer cuando saliste del baño y entraste en tu habitación la puerta quedo un poco abierta y te vi cuando te untabas el cuerpo con la crema hidratante, te vi desnuda reflejada en el espejo del armario.

Ella puso cara de espanto llevándose las manos a la cara al oír mi confesión.

- Por Dios, por Dios que pensaras de mi Miguel.
- Quiere que le diga lo que pienso??
- Pienso que tiene usted un cuerpo esplendido y algo entre sus piernas que mas de uno y mas de mil quisieran poseer aunque solo fuera por unas horas.

Ella seguía con cara de espantada y algo avergonzada al oír mis comentarios.

- No me extraña que los hombres del barrio se quieran meter todos en su cama. Anda, andaaa,  respondió ya mas relajada.
- No digas tonterías quien va a querer eso con una vieja.
Quien le respondí
- Yo sería el hombre mas feliz del mundo si pudiera hacerlo, y no quiero que se ofenda, pero esta usted muy deseable y mas si es cierto que desde que murió su marido no ha estado con nadie.
- Eso te puedo jurar delante de un altar, no me he acostado con nadie que no sea mi marido.
- Pues eso aun me pone aun más berraco, solo de pensar que en tantos años nadie lo ha probado.
- No se enfade, ni se ofenda pero mire como me ha puesto nada más de pensarlo.

Mientras se lo decía le mostré el bultote mi pantalón que estaba a punto de explotar.
Ella miraba con los ojos muy abiertos, lleve una de sus manos sin que ella lo esperarla  hasta tocar el bulto de mis pantalones.

- Quita quita, no seas marrano, solo falta que se entre mi hija.
Cuando la oí decir eso bajando la mirada supe que lo deseaba tanto o más que  yo.
- Sabe una cosa Remedios? Esta noche casi no he podido pegar ojo, solo pensando en su cuerpo y en lo que vi ayer a través de la rendija de la puerta.
- Anda ya no te rías de mí.
- Se lo digo en serio, cerraba los ojos y solo veía su cuerpo desnudo y esa mancha oscura de entre sus piernas.
- Y volviste a hacer lo que hiciste con mis bragas?
- Nooo, la he guardado toda para usted.
- Calla calla y no seas marrano, no le digas eso a una pobre vieja.
Se le habían subido los colores, después de eso pensé que si dejaba pasar la oportunidad quizás nunca mas la tendría, la notaba excitada, caliente así que la abrace por detrás y la bese en el cuello.

- Remedios, esta usted muy buena, ya ha notado como estoy, esto no se puede quedar así.
- Miguel, Miguel estate quieto, eres el novio de mi hija.
- Solo soy un hombre loco por eso que tiene entre sus piernas y por hacerla disfrutar todo lo que no ha disfrutado en los últimos años.

Mis manos se apoderaron de sus pechos por encima de la ropa, una mano en cada uno, los apretaba haciendo que de su garganta salieran leves gemidos.

- Por Dios Miguel, no seas loco, no nooo para para.

En ves de parar metí mis manos por el escote apresando sus pechos por dentro del sujetador sintiendo por primera vez la suavidad de su piel, mientras los hacia, besaba y mordisqueaba su cuello a lo que ella respondía con respiraciones profundas, sin dejar de abrazarla le desabroche dos botones del vestido en la espalda volví a meter mis manos en sus pechos para poder echar arriba el sujetador y poder acariciarlos mejor, pellizque sus grandes pezones que los notaba duros, ella se quejo al sentir mis pellizquitos, seguí bajando mis manos hasta notar el borde su prenda intima, seguí avanzando y sentí la suavidad del pelo que cubría su sexo.

- No nooo Miguel por favor, eso noo por favor noo, déjame déjame.

Mas que negativas eran suplicas de que siguiera avanzando, sentí en mis dedos la humedad de su sexo, los labios de su sexo eran grandes y hinchados y daban paso a otros mas pequeños, notaba la raja caliente y mojada, uno de mis dedos intentaba entrar pero desde esa posición me era casi imposible.
Subí mis manos y deje que resbalara el vestido por sus hombros para poder desabrocharle sujetador y quitárselo, entonces lleve una de sus manos al bulto de mi pantalón que ella apretaba por encima de la ropa. Me desabroche el cinturón y la bragueta bajándome el calzoncillo dejando en livertad mi pene que me dolía al estar apretujado en los pantalones, volví a llevar su mano sobre mi tranca, al sentir en su mano el calor que desprendia intento retirarla como si le hubiera dado la corriente.

- Remedios, Remedios acaríciame, quiero sentir tus manos.

Volví a poner su mano sobre mi pene y esta vez lo abrazó con su mano mientras respiraba agitadamente, el vestido callo a su s pies, acabe de quitarle el sujetador quedando solo con las bragas, la gire y comencé a ir bajando entre sus pechos, su vientre, seguí intentando bajarle las bragas, mientras ella seguía negándose apretando sus piernas, solo eran leves quejidos.

- Hay Miguel, por Dios que me estas haciendo, que estamos haciendo, esto no esta bien, no esta bien aiiii aiiii, por Dios.

Finalmente conseguí quitarle las bragas por los pies y metí mi cabeza entre sus piernas aun cerradas, sintí en mi cara la suavidad de su pelambrera y en mis fosas nasales el olor de hembra en celo, comencé a besar y lamer sus muslos hasta las rodillas y volvía a subir hasta su vientre, volvía a bajar pasando mi lengua por sus ingles que hacia que los suspiros cada vez fueran mas fuertes, ella se negaba a abrir las piernas, la apreté hacia abajo de la cintura hasta hacer que se tumbara en el suelo de espaldas. Estábamos en el cuarto de la plancha, yo de rodillas miraba el frondoso bosque negro que tenía ante mis ojos, era impresionante la pelambrera que tenia entre sus piernas, mis manos abrieron sus piernas y mi cabeza se coló entre ellas, con delicadez fui apartando los pelos hacia los lados hasta encontrar la entrada rozada, la que me daría paso al paraíso de su cuerpo, mi lengua se incrustó en su rajita mi lengua ansiosa la lamia y chupaba mientras.
Remedios ya le sobrevenía el primer orgasmo que inundaba su raja de fluidos viscosos que yo lamia con deleite, después de este primer orgasmo subí con mi lengua hasta sus pechos de nuevo los chupaba y mordía mientras uno de mis dedos se introducía en su rajita, la notaba muy mojada y caliente después de un dedo fueron dos, profundice lo mas que pude apretando hacia arriba como si quisiera sacarlos por su ombligo, al sentir la presión en esa zona tan placentera para la mujer su cuerpo empezó a convulsionarse y a temblar, de nuevo estaba sintiendo el orgasmo y esta vez mucho mas fuerte, Remedios jadeaba y respiraba como si se ahogara, no hablaba ni decía nada, pensé que era el momento de hundirme en ella, con sus piernas abiertas acerque mi pene con una mano, rebuscando entre la maleza oscura hasta sentir en el capullo el calor y la humedad de su raja, se las restregaba y ella se retorcía de gusto al sentirla en la entrada de su sexo, suavemente metí el glande en su raja, ella al sentirlo exhaló un suspiro hondo y un aiiiiiiii, su raja era estrecha para lo hinchado que tenía mi pene, normal después de treinta años de que no entrara nada por su rajita, parecía el sexo de una veinteañera, notaba como las paredes de su sexo se apretaban  al mi pene haciendo que el roce fuera intenso sobre la piel del pene, con pequeños achuchones seguí avanzando mientras ella de vez en cuando dejaba escapar algún quejido y clavaba sus uñas en mi cuerpo, aquella mujer tenia el coño mas estrecho de todas  las mujeres con las que había estado, había entrado solo la mitad, aun faltaba entrar un buen trozo, ella se destorcía a cada empujón que le daba, hasta que de uno algo mas fuerte que la izo dar un quejido mas fuerte sentí como mis huevos descansaban sobre una alfombra suave.

- Ya mi vida, Yaa, toda esta dentro, es toda tuya.
- Ainssss siiii, m siento hinchada, la noto queme llega hasta el fondo.

Comencé un suave mete y saca, primero unos centímetros y luego mas y mas hasta que solo dejaba dentro el capullo, pellizcaba sus pechos mientras seguía entrando saliendo de aquella cueva estrecha y caliente, sentí que el orgasmo estaba cerca y le susurraba palabras al oído.

- Remedios, te voy a llenar de leche, te la voy a echar toda, la tenía guardada solo para ti, te voy a llenar el coño de leche caliente.
Ella a veces contestaba.
- Si siii miguel, échamela toda, todaa ainnnnn ohhhhhh ahhhhhh.

Esas palabras me excitaban y hacían que los apretones cada vez fueran más fuertes y más intensos, jadeaba y gemía como un animal mientras las gotas de sudor caían sobre su vientre.
No pude aguantar más y deje que borbotones de leche caliente inundaran el interior de su sexo hasta llenarlo, a cada achuchon que seguía dándole su sexo escupÍa chorritos de semen mezclados con los fluidos de sus corridas..
Ella jadeaba y gemía, su respiración era ahogada y al límite mientras sentía como los chorros de leche se estrellaban  en el fondo de sus entrañas.
Los dos quedamos agitados y sudorosos casi sin poder respirar, yo me mantenía apretado entre sus piernas clavado hasta el fondo soltando las ultimas gotas de semen. Cuando los dos pudimos respirar normal ella me miró a los ojos y me dijo con mirada suplicante.

- Que hemos hecho Miguel, que hemos hecho.
 - Yo no se tu, pero yo lo que hecho es pasar uno de los mejores ratos de mi vida.
- Ha sido un polvo monumental.
- Es verdad eso queme dices.

Me decía con voz ahogada y relajada con su cara que le echaba fuego toda roja como un tomate.

- Es que no me crees? No te has dado cuenta el placer que me has hecho sentir, no lo ves en mi cara.

- Y ahora que vamos a hacer?

Mientras me decía eso yo permanecía apretado a su cuerpo con el pene hundido aun hasta el fondo.
- Pues levantarnos y ducharnos porque me tengo que ir a trabajar sino echarte otro polvo.
Esto la hizo reír y al estar apretujada con mi cuerpo sentí los espasmos de su sexo oprimir mi polla.
- Remedios sino tuviera que ir a trabajar iba a estar follando contigo hasta quedarme sin piel en la polla, pero esto solo ha sido un aperitivo de lo que vamos a disfrutar.
- Un aperitivo?, Me has roto el chocho con ese pedazo de trabuco que tienes y si casi me desmayo cuando me la has metido, pensaba que me Moria, que me daba algo.
- Te ha gustado?
- Mucho, nunca habia sentido tanto gusto, ni tanto dolor, pero cuando he sentido que te corrias pensaba que me moria. Me siento muy avergonzada.
- Porque?
- Porque pensaras que soy una puta guarra. Eres el novio de mi hija y yo le he puesto los cuernos.

- Eso no es cierto, no eres nada de todo eso que dices, ademas no soy el novio de tu hija, solo somos amigos. Eres una tia super guaii que estas como un tren de buena
- Si siii amigos, como que no la he oido alguna noche. Ahora entiendo sus quejidos.
- Sabes una cosa Remedios,  nadie me ha vaciado los huevos como lo has hecho tu, jajajaja.
- Calla calla que me avergüenzas mas.
Una nueva carcajada y su sexo aprisionaba mi pene.
Muy despacio fui saliendo de ella, aun la tenia tiesa, al sacarla un chorro de leche salio de su sexo cayendo al suelo.
Mientras la sacaba ella hizo pequeños gestos de dolor y se quedo mirando mi pene.
- Madre mía que pedazo de polla, si parece un pepino.
Me incliné y le di un suave beso en los labios.
- Me duele mucho el chocho pero he disfrutado como una perra.
Chocho es como ella llama a su rajita.
- Gracias Remedios por haberme hecho tan feliz.
 Me levanté y me metí en la ducha, ella tapaba sus sexo con una de sus manos entre sus piernas porque sentía vergüenza que la mirara, cuando salí remedios se había puesto el vestido y estaba pasando la fregona limpiando los chorros de semen que habían salido de su sexo cayendo al suelo, tenía el pelo alborotado y sus mejillas coloradas, sus ojos brillante y no se atrevía a mirarme a la cara porque se sentía  avergonzada.
Antes de marcharme la abrace por  detrás, al sentir mis brazos se apretó hacia atrás cariñosamente, le susurre al oído me tengo que ir aunque no quisiera irme
 Y tu no te avergüences de lo que hemos hecho ni te preocupes por nada me oyes, no hemos hecho nada malo, le di un mordisquito en la oreja.

- Si se enterara Carola me moriría de vergüenza.
- De que se va a enterar? Se lo vas a decir tú?.
- Noooo. Pero
 - Pero queee. Tampoco yo se lo voy a comentar a nadie, este será nuestro secreto.
Le di un cachete cariñoso en el culo y un beso en el cuello y me marche.
Después de ese día volvimos a estar juntos muchas más veces, durante más de un año estuve contentando a la madre y a la hija.
Pero eso os lo contare en otros relatos.

23/9/12

UNA FANTASIA HECHA REALIDAD.


ALBA, MI FRUTA PROHIBIDA
Alba era una mujer casada que vivía en el mismo rellano donde yo vivía con mis padres. Hacía dos años que junto a su marido habían venido a vivir al barrio. Siempre me había gustado pero ella no me hacía mucho caso cunado me la cruzaba en la escalera, en esa época yo tenía fama en el barrio de tirarme a todo lo que se movía, aunque no era del todo cierto, aunque en honor a la verdad, las mujeres no se me daban mal del todo. Alba era una chica de mediana edad con un bonito cuerpo y unos pechos que hacían girar la cabeza a los tíos cuando la veían pasar, le que le gustaba provocar, siempre vestía ropas ajustadas y faldas cortas, el marido pasaba a veces semanas enteras fuera por su trabajo de comercial. Al vivir pared con pared  se oye casi todo, yo los oía algunas noches cuando el llegaba y ella le pedía marcha, casi siempre acababan discutiendo. Una noche oí como discutían y como ella le decía muy enfadada. (algún día te voy a poner los cuernos) (eres un picha fría, (nunca tienes ganas). Y cosas parecidas.
Una tarde me la encontré en unos grandes almacenes, iba sola, nos saludamos como vecinos y comenzamos a hablar, me dijo que como siempre su marido estaba de viaje y que ella se aburría todo el día sola en casa y por eso había salido a dar una vuelta, la invite a tomar una coca cola en la cafetería de los grandes almacenes, nos sentamos en una mesa y seguimos hablando, después de media hora de charla le propuse ir al cine, ella lo rechazo  con la excusa de que podrían vernos juntos y pensar que estábamos liados, le conteste que a mi no me importaría, estar liado con ella le aclaré, ella me miró sonriendo, ya te gustaría respondió, estas palabras las decía sonriendo y con carita de picardía, fue cuando ella me dijo que si me apetecía podía invitarme a su casa a tomar una copa donde estaríamos mas cómodos y sin el miedo de miradas indiscretas, pero tenía que prometerle que no se lo iba a contar a nadie, a nadie, nadie, esto me pareció una invitación en toda regla para que la follara. Se lo juré mientras ella seguía diciendo que al vivir en la misma escalera nadie iba a sospechar si tenía el cuidado que nadie me viera entrar en su casa.

Quedamos en que ella subiría primero y a los cinco minutos que subiera yo que ya dejaría la puerta abierta para que nadie sintiera el timbre. Así lo hicimos y a los cinco minutos de subir ella subí yo y sin hacer ruido me colé en su casa.

Nos sentamos en el salón y me dijo si quería tomar algo, le dije que si una cerveza. Nos sentamos en el sofá y muy al contrario de cómo ambos deseábamos no nos lanzamos directamente. 
Estuvimos hablando un rato sobre todo de su familia, mi familia, las amistades, las relaciones, el rechazo mutuo que teníamos hacía ellas, viajes, cosas que habíamos visto etc. Hasta que tocamos el tema del sexo y la cosa se fue calentando. 

Yo me quite la chaqueta porque realmente hacía mucho calor, quedándome en camisa. Ella se había cambiado y se había puesto un vestido de tirantes que tenía un amplio y accidentado escote al no llevar sujetador al inclinarse se le podían ver sus senos. Alba tenía un cuerpo de ensueño, muy bien proporcionado en todo. anchas caderas, buenos muslos y los pechos de una talla 90 y bien duros, aun no había cumplido los 30 años, yo en esos años había cumplido los 26. 
Nos empezamos a calentar mientras nos mirábamos, en poco rato noté como ella se iba acalorando y ami me empezaba a venir una erección que no podía controlar y que a ella no le pasó desapercibida y que no dejaba de mirar, yo estaba muy caliente y aquel escote me  estaba poniendo enfermo.

Sin mas preámbulos me fui al sofá a sentarme a su lado y la empecé a besar por el cuello, luego baje hacía el escote, me le baje los tirantes del vestido y le empecé a comer las tetas. Dios como estaba, sentía que el pantalón se iba a romper de un momento a otro.

De pronto ella llevo sus manos a mi bragueta y libero la fiera que estaba hambrienta, me empezó a  besar y a comerme la polla, yo estaba que echaba humo de caliente, la levante en brazos y la llevé a la cama me quité el pantalón quedando totalmente desnudo y con la tranca al máximo de erección que ella miraba con los ojos muy abiertos mordiéndose los labios, le quité las braguitas y me empecé a comerle el coño haciéndola gemir hasta tener varios orgasmos seguidos.

Después de unos minutos intente colocarme entre sus piernas con la intención de penetrarla pero ella mirándome con lujuria me dijo que ni de coña que mandaba ella, se dio la vuelta  y comenzó restregársela en la entrada de su coño pero sin metérsela, yo ya no aguantaba más, estaba que de un momento a otro me iba a vaciar.
Con una sacudida le di la vuelta dejándola de espaldas sobre la cama y con las piernas bien abiertas, en esa posición podia ver su rajita abierta brillante y húmeda esperando que la llenara con mi tranca, ella al ver como por mis ojos salía fuego de lo caliente que me había puesto, con una de sus manos acompañó mi tranca hasta la entrada de su raja y de un solo empujón se la clave hasta los huevos, ella al sentir la brusquedad de la penetración dio un fuerte grito que se debió oír en toda la escalera, sin parar entraba y salía de su maltrecha raja con brusquedad le daba apretones sintiendo como mis huevos se estrellaban una y otra vez entre sus ingles hasta que los dos alcanzamos el orgasmo a la vez, un orgasmo que nos dejo a los dos exhaustos con la respiración ahogada y los corazones a punto de explotar, sentía los temblores de sus cuerpo a cada sacudida de leche que le soltaba, me corrí como no lo había hecho nunca, notaba como no paraban de salir borbotones de leche inundando su interior, ella los recibía con gemidos de placer apretándose a mi cuerpo.
Fue un polvo inolvidable donde gocé como nunca.
Cuando nos recuperamos ella se fue al lavabo a lavarse mientras me decía si de esta no quedo preñada no me quedare nunca, eres un cabron me la has dejado dentro, mientras caminaba le bajaban los chorros de leche por los muslos además de haber dejado una gran mancha en las sabanas.
Habían pasado unos meses y por mi trabajo que estoy largas temporadas fuera no me entré hasta que estaba de tres meses, las fechas coincidían, esa noche se había quedado embarazada cuando nació la niña un día que me la encontré paseando hablamos y me aseguró que era mía pero que ese sería nuestro  secreto de por vida.
Hoy cuando me decido a contarlo han pasado 30 años, yo me casé y me fui a vivir a otro pueblo algo distanciado y aunque durante estos años nos volvimos a ver algunas veces y volvimos a pasarlo bien pero sin aumentar la familia.

3/9/12

Julia una mujer insatifecha


Julia tenía 42 años, estaba casada con un tío que ejercía de comercial y pasaba todo el día fuera, incluso algún fin de semana por estar fuera de la comunidad. Era vecina de uno de mis cuñados. La conocí una tarde que fui a la celebración del cumpleaños de uno de mis sobrinos y su hijo de 10 años estaba invitado.
Mi cuñada era habitual comunicarme por el Messenger. Un día en uno de los correos que me enviaba vi el de una tal Julia, y pensé que podría ser ella, la añadí y ella me acepto.
Durante un tiempo hablábamos cada tarde, al principio opte por no decirle quien era para después sorprenderla pero las conversaciones se fueron haciendo mas intimas sobre temas de sexo, pensé que si le decía quien era me dejaría de hablar y decidí espera hasta intimar mas con ella y ver como respondía.
Bromeando tocábamos temas eróticos hasta llegar a las relaciones intimas, ella se mostraba abierta al dialogo, así que decidí no decirle quien era por miedo a perderla.

La primera vez que hablamos de sexo fue con motivo de una noticia de aquél día había salido en la tele de un fotógrafo que hacía fotos de miles de personas desnudas. Hablamos de la fotografía de desnudos y a los dos nos gustaba.
- Yo no la practico por falta de modelos.
Le dije cosa que le hizo mucha gracia, después de un rato de conversación sobre el tema.
Me decía que debía tener mucho éxito con las mujeres, porque lo habíamos comentado en alguna ocasión, siguió diciendo que habiendo tenido tantas novias bien podría tener material para hacer una exposición. Me reí mucho y le pregunté cuántos novios había tenido ella, me contestó que sólo uno, le dije que no me lo podía creer.
- Sólo tuve un novio y me casé muy joven.
Me dijo y me preguntó a cuantas mujeres 'conocía íntimamente'.
Le dije en broma que mi éxito con las mujeres no era por la cámara sino por el objetivo, en clara alusión al tamaño de mi pene.

- Dicen que el tamaño no importa.

- Sí, pero eso no se lo cree nadie.
- Tu te lo crees?
Le respondí.
Nos reímos y aproveche para  preguntarle si su marido estaba bien dotado.
- ¿Cuánto es bien dotado?
Me preguntó.
- Entonces la tiene pequeña.
 Le respondí y volvimos a reírnos.

- ¿Cuáles son tus medidas?
- 22 cm. y bastante gruesa.

Se le escapo una carcajada y me dijo que no me creía.
- No te miento es cierto.
Le dije con mucha seguridad.
Por su tono de voz pensé que estaba muy excitada.
- ¿Y tiene buen 'rendimiento'?
Le volví a responder con mucha seguridad.
- La que prueba quiere repetir.
- Casi todas las mujeres con las que he estado han llegado al orgasmo mientras follábamos, algunas varias veces.
Le seguí comentando.
- Me encanta sentir vuestro orgasmo. Los gemidos, los espasmos.
Ella no decía nada, solo escuchaba como si no supiera lo que era un orgasmo.

- ¡Qué suerte tiene tu mujer o tu novia!
- No tengo ni una cosa ni la otra.
Le mentí. Le dije que me hablase de su sexo.
- ¿Qué quieres saber?
Respondió sorprendida.
- ¿Qué cómo es? ¿Grande?, ¿pequeño?, ¿bonito?, ¿feo?, ¿rubio?, ¿negro?, ¿peludo?, ¿depilado?
Tras una pausa ella respondió.

- Bonito, al menos a mí me gusta.
- Creo que pequeño, no sé si cabría tu pene.
- Seguro que sí.
Respondí, acompañándolo de risas.
- Lo tengo rubio y muy arregladito.
- Me gustaría verlo.
- ¿No te lo crees?
- Me lo creo, pero me gustaría verlo.
- Ahhhhh! siii. Estas loco jajaja.
Seguíamos riéndonos mucho.
- También a mi me gustaría ver el tuyo.
Respondió inconscientemente.
- Podría enviarte una fotografía, pero no quiero asustarte.
Le dije.
- jajaja. Tan grande es.
Volvimos a reírnos y me dijo que no se asustaría.
- ¿Seguro?
- Seguro.jajaja.
Poco después le enviaba una foto de mi pene semi flácido, no estaba en total erección pero se apreciaba su gran tamaño.
- Buena foto.
Contesto y volvimos a reírnos.
- Es que la cámara es muy buena.
Respondí.
- Y el objetivo también.
- Ahora mándame una foto tuya.
- No tengo ninguna equivalente.
- Bueno, pues me la debes.
- Vale.
Me atrevi a preguntarle.
- ¿Estás excitada?
Tras una pausa algo más larga que antes contestó.
- Síii.
- Me gustaría estar ahí a tu lado para apagar ese fuego de entre tus piernas.
- ¿Y tu, estás excitado?
- ¡Imagínate!, puedo escribir con el pene.
Volvimos a reírnos y le pregunte.
-  Mira la foto y dime si te gustaría probarla.
Notaba su excitación por su manera de escribir.
- Síii. Mucho.
- ¿Te gustaría acariciarla?
- Sí.
- ¿Te gusta el sexo oral?
Me preguntó.
- Me gusta más follar, especialmente coñitos como el tuyo.
Le respondí y volvimos a reírnos.

- Tiemblo de pensar tal posibilidad.
- Te mando otra foto para que te hagas a la idea.
Cuando recibió la foto escribió,
- Es impresionante.
- ¡Es enorme, tendré pesadillas esta noche!
- Seguro que no hay photoshop?
Nos reímos.
- Seguro. Y seguro que te cabria toda.
- ¡No estoy tan segura jajaja, es enorme!
- ¡Pues tendrías que ver como esta ahora!
- Yo también estoy muy excitada.
- ¿Qué ropa llevas puesta?
- Unos vaqueros y una blusa.
Aflójate el pantalón le seguí diciendo.

- ¿Lo has hecho?
- Sí.
- Tócate la rajita.
- ¿Está mojada?
-Síii mucho.
- Tócate.
- Nooo.
- No seas tonta, tócate veras como te gustara.
- Es que no lo he hecho nunca.
- Nunca te has masturbado.
- Noo.
- Métete un dedo y acaríciate el clítoris.
Tardo en contestar. Unos segundos después le volví a preguntar.

- ¿Julia lo has hecho?
La notaba tan excitada que estaba seguro que lo había hecho.
Tardó en contestar pero al final.
- Sí.
Acaríciate, le dije y continué diciéndole.
- Imagínate mi polla abriendo tu rajita.
- Muy lentamente.
- Tu coñito se abre poco a poco.
- Nunca lo has sentido tan abierto.
- Te Imaginas mi polla entrando y saliendo en tu coñito.
- Sería capaz de follarte dos veces sin sacarla.
- La primera vez me correría en tu coño y la segunda en tu boca.
- Seguro que nunca te han llenado la boca de semen.
- Nooo.
Contesto ella con un no largo, seguro que estas gimiendo al imaginártelo le respondí yo.
Durante varios minutos estuve escribiéndole lo que sentiría si la tuviera entre sus piernas, finalmente le pregunte.
- Seguro que tu coño esta babeando todo mojado.
Continúe diciéndole cosas como esas, ella no respondía, porque seguro se estaría masturbando y de golpe cerró el Messenger.

Una semana más tarde volví  a entrar al Messenger a la hora que sabía se encontraría Julia. El corazón me latía con fuerza mientras esperaba su respuesta.
- Hola Julia, buenas tardes.
- Buenas tardes José.
Contestó.
Después de los saludos y de que ella intentara justificar por marcharse de repente le pedí disculpas yo por si se había enfadado conmigo por lo ocurrido, ella respondió que no estaba molesta ni enfadada conmigo, solo avergonzada por lo que pudiera pensar de ella. Comenzamos a charlar de lo sucedido en los días anteriores hasta llevarnos de nuevo al tema de sexo.
- ¿Cuántas veces has follado en estos días que no hemos hablado?
Le pregunte.
- No te lo voy a decir.
- Porque?
- Porque no esas cosas no se explican.
- Y tu cuantas veces lo has hecho?
- Yo ninguna, solo he pensado en ti.
- Jajajaja, no te creo, seguro que tienes muchas esperando tu herramienta.
- Me lo vas a decir o no?
- Sólo una vez, mi marido es todo lo contrario de un adicto al sexo, él tiene suficiente con una dosis a la semana.
- ¿Y tu también tienes con una sola vez?
- Puede que algo más, pero me conformo con lo que tengo.
- ¿Estás excitada de nuevo?
- No empieces de nuevo que cierro.
- Estas o no estas?
- Síii.
- Yo te saciaría hasta dejarte agotada gustosamente.
- Te creo.
Me respondió con un jajá jajá.
- ¿Follarías conmigo?
Le pregunté.
Una pausa y contesto.
- No lo sé, no te conozco.
Me dijo mientras yo le enviaba una foto mía 'normal'
- Estás muy bien.
Me dijo.
- Sin ropa, gano mucho.
- Ya me lo imagino jajaja.
- Seguro que tu también.
Le dije y le recordé que me debía una foto, me contesto que no tenía fotos como la que yo quería pero que me iba a enviar una foto normal.
Me envío una del verano del año anterior, que me gustó porque estaba muy bien y además estaba sola. La foto era en un paseo marítimo y la verdad es que Julia es una mujer muy guapa y con un bonito cuerpo.

- Estás muy bien, eres muy atractiva.
- Gracias.
- Yo no dudaría un solo segundo en follarte.
- Te creo jajajja.
- Seguro que no lo olvidarías nunca.
Ella no contesto.
- Podría ser cualquier tarde si tú quisieras.
- Vivo solo en un apartamento pequeño pero tengo una cama muy grande.
- ¿Qué me respondes?
- Que no puede ser, estoy casada.
- ¿Qué te dice tu cuerpo?
- No entiendo.
- Tócate los pechos.
- ¿Seguro que están duros?
- Sí.
- Ahora tócate el coño.
- ¿Seguro que está mojado preparado para follar?
Tardo unos segundos en contestar
- Síii, seguro que si.
- Entonces tu cuerpo quiere follar conmigo.
- Jajaja que lioso eres. No puede ser soy una mujer casada y no quiero serle infiel a mi marido.
- ¿Contéstame solo a una pregunta?
Le pregunte, después de unos segundos de silencio.
- Te gustaría, o no te gustaría follar conmigo?
- No lo se José, no se lo que quiero.

Ella no sabía qué responder, pasaron unos segundos, y entonces le volví a preguntar.
- Quieres jugar un poco?.
- ¿Qué llevas puesto?
- Un vestido.
- Sácate las bragas.
- ¿Ya, jajajaja, así de sopeton?
- Si ya, bragas fuera.
-Acaríciate.
- ¿Lo tienes hinchado?
- Sí.
- ¿Está mojado?
- Si, mucho.
- ¿Está caliente?
- Sí.
- ¿Me dejarías que te follase ahora?
- te metiera mi polla hasta el fondo?
- Sí, siii.
- Te gustaría que llenara tu rajita con mi verga tiesa e hinchada?
- Que fuera abriendo tu rajita hasta topar con mis huevos en la entrada?
- Primero te follaría lentamente, hasta que te corrieses varias veces antes de corredme en tu coño.
Seguí diciéndole cosas hasta que le dije que ya era suficiente.
- Joder tío como me pones ohhhhh.
- ¿Te has corrido?
Le pregunte.
- Síii. Ha sido mejor que un polvo de mi marido.
- Un polvo mío seria mil veces mejor.
- Me ha encantado.
- ¿y tu te has masturbado?
Me preguntó.
- No. Guardo mis ganas para cuando te pille bajo mi cuerpo, porque estoy convencido que un día estaremos juntos.
- Jajá jajá, hay que ver como eres.

Entonces me dijo que ya era muy tarde, que su hijo estaba a punto de llegar y tenía que cerrar, le dije antes de cerrar.

- Hasta otro día Julia. No olvides que me debes una foto de tu coñito.
- Jajá jajá, bueno vale veré que puedo hacer.

Pasaron tres o cuatro días hasta que volvimos a encontrarnos de nuevo, por medio hubo un fin de semana.

El martes por la tarde nos volvimos a encontrar y mientras nos saludábamos me envío la primera foto, diciendo que era una que había visto en Internet que le había gustado y quería saber mi opinión.
- Preciosa foto. Bien de encuadre, bien de color, bien de composición.
- jajá jajá.
- Bien de profundidad de campo?
- Eso habría que comprobarlo.
Le respondí.
Aquella tarde fue tomando forma la posibilidad de vernos alguna tarde. Las conversaciones eran cada vez más ardientes y subidas de tono, yo no dejaba de insistir en vernos y ella  aunque lo deseaba se negaba porque miedo a que pudieran vernos. Me decía que no tenía problemas para 'escaparse' una tarde, pues su marido salía de casa a las 9:30 y regresaba siempre después de las ocho, pero la idea de serle infiel a su marido la retraía.
Al final ocurrió lo inevitable y quedamos para vernos.

La primera cita fue un día de mediados del mes de mayo. Me dijo que le había dejado una nota a su hijo para cuando llegara, que había salido de compras, que tenía la merienda en el frigorífico, y que llegaría sobre las 8, como muy tarde.
Habíamos quedado a las 4 desde su casa no tardaría mas de media hora en llegar Yo la esperé en una gasolinera en la entrada de la ciudad donde vivía.
Al reconocerme se sorprendió y quiso marcharse, la convencí para que no lo hiciera diciéndole que no le había dicho quien era por miedo a que no aceptara mi proposición de conocernos, que no se lo había dicho por miedo a perderla y que desde el día que la vi en casa de mi cuñada no dejaba de pensar en ella. La invité a tomar un café, pero ella no acepto alegando que tenia miedo que alguien pudiera vernos juntos, salimos y en su coche seguimos hablando, le dije que la deseaba mas que a ninguna de las mujeres con las que había estado pero que si ella no sentía lo mismo lo dejaríamos correr, que no estaba obligada a hacer lo que no deseara hacer.
Julia era una chica no muy alta rubia y algo llenita, con un bonito cuerpo dos bonitos senos. Su belleza me fascinaba y así se lo decía, después de un rato de hablar en el coche la convencí para que fuéramos a mi casa como habíamos quedado por el Messenger y si al final decidía marcharse sin que hiciéramos nada lo comprendería. La notaba muy nerviosa, le temblaban los labios al hablar. Ella siguió mi coche y unos minutos más tarde estábamos en mi apartamento.
La invite a una coca cola y seguimos hablando en el sofá, poco a poco se fue tranquilizando y nos besamos, apreté su cuerpo con fuerza contra el mío. Interrumpimos el beso porque ella quería ir al baño. Cuando volvió del baño volvimos a besarnos, esta vez, metí mis manos bajo su falda y mis manos acariciaron su culo por encima de la fina braguita. La sentía  excitadísima, pero se limitaba a dejarme hacer a mí, con los ojos cerrados. Mi mano buscó su sexo bajo la prenda intima, estaba mojada, acaricie la raja muy despacio y un dedo entró dentro, al sentirlo su cuerpo experimento una sacudida. Un poco después, le baje bragas hasta sacárselas por los pies metiendo mi cabeza entre sus piernas y absorbiendo el aroma de su excitado sexo por primera vez, eso me excito hasta el punto que mi pantalón estaba a punto de reventar. Seguíamos de pie, besándonos y acariciándonos.
Le dije
- Será mejor irnos a la cama, ¿Qué te parece?
- Síiii.
Me respondió en voz baja entrecortada por la excitación.
La conduje hasta la habitación. Le quité la blusa, el sujetador, después la falda. La tenía frente a mi totalmente desnuda.
De pie, ella me observaba como me quitaba primero la camisa luego el pantalón, cuando me quité el slip, observé su cara de estupor al ver mi pene totalmente tieso e hinchado al máximo.
Sin dejar de mirarnos la lleve hasta la cama y la tumbé en el medio de la cama, abrí sus piernas y me acomodé de rodillas entre sus piernas me puse preservativo, y con una de mis manos apunté el pene en la entrada de su raja, sentí como su raja se abría al máximo para dar cabida a mi pene, la fui penetrando lentamente.
Ella se estremecía a cada empujón que le daba para seguir hundiéndome dentro de su estrecha rajita. Gemía y me decía palabras entrecortadas que no entendía. Sentía como su respiración se agitaba cada vez mas al sentir como se la metía y la sacaba, pasó sus brazos alrededor de mi cuello y me besó con pasión para ahogar sus quejidos y gemidos.
A cada embestida una corriente de placer recorría todo su cuerpo. Yo  me movía lentamente, pero la apretaba con fuerza cuando llegaba al fondo de su estrecho coñito, eso la volvía loca. Gemía y gritaba y  volví a ahogar sus gemidos con mis labios mientras le decía.

- Relájate, deja tu mente en blanco.
Le decía al oído, sin dejar de moverme dentro de ella.

La abracé con fuerza. Nuestros cuerpos parecían uno.
Sus gemidos eran cada vez más fuertes, más profundos y largos.
- Así, así... Déjate llevar.
 - Disfruta del polvo.
Le faltaba el aire, casi no podía hablar. Sentí como una corriente de placer atravesaba su cuerpo, la abracé todavía con más fuerza al tiempo que Julia cada vez suspiraba con más fuerza.
- Deja que tu cuerpo tome el mando.
Le gritaba y seguía fallándola al mismo ritmo y unos minutos después sus piernas comenzaron a temblar hasta quedar exhausta sobre la cama con las piernas abiertas y su respiración ahogada.
Después de este primer asalto me dijo que nunca había sentido nada igual, que cuando creía que ya había entrado mi pene del todo, de un nuevo apretón sintió como si se le rasgara el coño entrando un buen trozo mas y sintió mis testículos entre sus ingles decía que casi se desmaya del gustazo.
Mas tarde me confeso que nunca le había ocurrido algo así cuando lo hacia con su marido, entonces supe que era su primer orgasmo. No tenía aire para hablar, se agitaba debajo de mi cuerpo, que seguía moviéndome lentamente dentro de ella, sentí de nuevo como su vagina estallaba en convulsiones, seguí moviendo el pene muy lentamente en círculos y creí que se desmayaba de placer mientras se retorcía y gemía hasta correrse de nuevo quedando exhausta casi sin poder respirar.
Dejé de moverme manteniendo mi cuerpo bien apretado dentro de ella. Su vagina todavía palpitaba. Sentía como apretaba mi pene que aun permanecía duro dentro de su coño, en toda su extensión y volumen.
Cuando su respiración volvió casi a la normalidad me dijo con voz entrecortada.

- Nunca he sentido algo tan fuerte y tan placentero.
- Por momentos pensé que me desmayaba, que me meaba y cagaba sin poder evitarlo.
Me decía mientras me besaba fuertemente en los labios.
Hablábamos de lo ocurrido abrazados mientras una de sus manos me agarraba el pene con la mano izquierda y me decía sobre su enorme tamaño, yo le pregunte si le gustaría chuparmela.
Me decía que nunca se la había chupado a su marido y que la mía era tan gorda que no le cabria en la boca. Me levanté y fui a buscarle algo de beber ya que decía tener la garganta seca.

Cuando se acabó de beber la coca-cola me preguntó por la hora, eran casi las siete.
- Tengo que irme, no quiero que mi marido llegue y no me encuentre en casa.
- ¿A qué hora tienes que estar en casa?
- Quiero llegar antes de las ocho.
Me dijo si podía ducharse y después de hacerlo se vistió y se marcho con un beso y prometiendo volver a escaparse alguna otra tarde.