1/2/13

Noemí, La recepcionista


1.50 Muy placentero
Conocí a Noemí cuando trabajaba en la recepción de unas instalaciones deportivas donde yo iba varios días a la semana para mantenerme en buen estado físico a pesar de mis 55 años me gustaba cuidarme. Ella en esa fecha estaba en un estado de embarazo bastante avanzado, Noemí era una chica pequeñita de poco mas de metro cincuenta de altura, morena con un físico infantil que no parecía tener mas de 20  años en cuanto lo cierto era que había cumplido los 27.
Ese día mientras hacía la gestión para deshacer el error por el cual el banco había devuelto el último recibo de cobro mensual crucé mis primeras palabras con ella. Mientras solucionábamos el error pude apreciar lo cambiada que la veía, estaba mucho más delgada y se había cambiado el peinado y así se lo dije, ella me contestó sin levantar la cabeza de la pantallita del ordenador.
- Para mejor o para peor.
- Bueno eso lo sabrás tu mejor que te miras ante el espejo cuando sales de la ducha.
Al oír mi contestación levantó la mirada y sonrió y me dijo.
- Ya esta solucionado el error.
A partir de ese día cada día que entraba y salía me regalaba su mejor sonrisa. Uno de los días me encontraba en una cafetería comiendo algo antes de volver al trabajo después de haber salido del gimnasio. La vi entrar, vestía una faldita negra cortita, una camiseta ajustada y una chaquetita a la cintura, era morena, melena a media espalda y ojos igualmente negros y grandes, su rostro siempre mostraba una sonrisa, al hacerlo mostraba una blanca y bien cuidada dentadura, nadie que no la conociera  diría que tenía mas de 20 años, su aspecto era juvenil, menudita de cuerpo, todas sus demás proporciones estaban de acuerdo a su altura. Al pasar por mi lado camino de la barra donde pidió un café me saludó con un hola y una sonrisa como hacía siempre. La invité a sentarse a mi mesa cosa que ella aceptó y comenzamos a hablar, se despojó de la chaquetita y pude observar la redondez, turgencia de sus pequeños y perfectos pechos tras su ajustada camisa blanca, varios botones desabrochados dejaban ver parte de sujetador y la regatita que hacían sus pechos al separase.
Le dije lo cambiada que estaba, le volví a decir que la veía mucho mas delgada y mucho mas guapa, ella me dio las gracias mientras movía graciosamente la cucharilla en la taza del café.
- Sabes? En los cinco años de matrimonio mi marido nunca se dio cuenta de mis cambios.
Había cruzado las piernas cosa que hacia que pudiera apreciar mejor sus piernas, no pude evitar fijar mi mirada en ellas cosa que a ella no le pasó desapercibido, después de unos minutos ella tenía que volver al trabajo y nos despedimos con un hasta luego y me dio las gracias por invitarla al café. La mesa en la que estaba sentado estaba justo al lado de un gran ventanal que daba a la calle, seguía mirando su gracioso caminar mientras atravesaba la calle hasta la otra acera, mientras caminaba giró su cabeza hacia el ventanal donde sabía que yo me encontraba, recordé lo que se dice cuando alguien se gira a sabiendas que tu la observas. Pensé, ¿porque no? La diferencia de edad y de tamaño era enorme, aquella chica me atraía, ¿Le sucedería ella lo mismo? Sería cosa de comprobarlo. Deje pasar dos semanas sin intentar encontrarme con ella, solo la saludaba al entrar y al marcharme, eso si, siempre con una sonrisa, no quería que se sintiera acosada, mejor dejar que fuera ella la que  pensara ser la conquistadora. Sabía que cada tarde entraba a tomar café antes de volver al trabajo, la había observado. Unas tres semanas mas tarde volví a esperarla en la cafetería como la primera vez, Entró y esta vez vino derecha hacia la mesa donde yo estaba sentado, al verla acercarse me levante a recibirla ofreciéndole el asiento, con una amplia sonrisa y sus ojos clavados en los míos me dijo..
- Vaya que galante. Aun hay caballeros.
Los pocos minutos de los que ella disponía no daban para hablar mucho, entonces me atreví a proponerle porque después del trabajo quedábamos en el mismo lugar y seguíamos hablando mientras disfrutábamos de unas cañas, al principio vi dudas en su rostro pero finalmente mientras se ponía la chaqueta.
- Vale, salgo a las siete.
- Pues nos vemos a las siete.
Le respondí mientras nos regalábamos una sonrisa mutuamente. Esa tarde hablamos durante casi dos horas, me contó el porque de su separación, lo mas que lo había pasado y que ahora solo pensaba en su hija y en pasarlo bien, con doble intención le respondí que si yo podía ayudarla a pasarlo mejor solo tenía que avisarme, ella capto la indirecta y sin dejar de sonreír.
- Me lo pensare, lo pensare jajá jajá.
Esa tarde noche nos despedimos con dos besos en las mejillas, la acompañé a donde tenía su coche estacionado y mientras arrancaba vi en su mirada un brillo especial, pensé que la cosa prometía, solo tenía que encontrar ese momento mágico y que llegó dos semanas mas tarde cuando ya dentro de su coche con la ventanilla bajada introduje mi cabeza dentro y la bese en los labios y le dije que la deseaba como no había deseado a ninguna mujer, ella se quedó entre sorprendida y complacida, esa noche estuvimos enviándonos mensajes desde el Mobil hasta altas horas de la madrugada, los dos excitados quedamos en que teníamos que quedar vernos sin miradas indiscretas, le propuse vernos al día siguiente en un lugar alejado de su lugar de trabajo, quedamos en el aparcamiento de unos grandes almacenes en una población a unos 30 KM, entramos en una cafetería y hablamos de sentimientos, anhelos y deseos, esa noche antes de despedirnos nos dimos los primeros besos y las primeras caricias dentro del coche, los dos deseábamos volver a vernos y pasar una tarde juntos, le propuse quedar en un área de servicio de la autopista, al principio tubo dudas en aceptar, se excusaba diciendo que tenía que recoger a la niña, al final la convencí con la promesa de que solo tomaríamos un café y hablaríamos si era eso todo lo que deseaba, que no pensaba presionarla para hacer nada de lo que no estuviera convencida y no deseara. Nos despedimos ese día sin ninguna respuesta por su parte. Dos días más tarde me envío un SMS en el que me decía.
- Si puedes pido fiesta el viernes por la tarde y nos vemos:
- Espero tu respuesta.
Creo que mi respuesta le llegó antes de que acabara de salir su mensaje jajaja. Quedamos a las tres de la tarde en una urbanización cerca de la entrada de la autopista.

Esa tarde estaba aun mas atractiva si eso era posible, se había puesto un vestido negro abierto a un lado que mostraba parte de sus piernas, le había dicho a su madre que iba a la despedida de soltera de una compañera de trabajo. Al entrar en el coche nos miramos y nos besamos, al tenerla apretada a mi cuerpo noté como temblaba, le pregunté si estaba asustada y me respondió que no, que durante los días anteriores lo había pensado mucho y estaba segura que quería estar conmigo, al llegar al lugar donde podíamos pasarla tarde tranquilos sin miedo a que alguien pudiera reconocernos le pregunté si le apetecía entrar en una cafetería a tomar algo, me respondió que no con un gesto de su cabeza, volví a preguntarle si tenía alguna duda, me miró fijamente a los ojos y me respondió.
- Noo, y tu la tienes?
La estreché en mis brazos fuerte y la volví a besar, antes de soltarla le susurré al oído.
- Te deseo como nunca he deseado a una mujer.
- Solo tengo la duda de no decepcionarte.
- Estoy segura que no lo vas a hacer.
Fue su respuesta mientras suavemente rozaba sus labios los míos,  salimos del coche y nos dirigimos al lugar donde yo ya había estado alguna vez antes pero que a ella le mentí diciendo que lo había encontrado por Internet. Entramos y no dijimos palabras, nuestros labios se fundieron en el más ardientes beso, nuestras lenguas se rozaban y exploraban nuestras bocas como buscando encontrar los puntos exactos del éxtasis total, mientras esto mis manos recorrían su espalda hasta llegar a ese culo duro y redondito, le pellizqué delicadamente sus nalgas preciosas a la vista y al tacto, mis manos recorrieron todo su cuerpo de arriba abajo hasta encontrar sus pequeños y duros pechos, primero las rozaron suave y delicadamente, hasta sentir la turgencia de sus pezones, hasta pellizcados por encima de la tela suave del sujetador. En tanto ella no se quedó atrás; sus manos recorrían mi espalda bajando y manoseaba mis piernas y me atraía y apretaba hacia su cuerpo mientras movía su pelvis  rozándose contra el bulto de mis pantalones que ya era bastante prominente, mi pene comenzaba a hincharse amenazando romper el pantalón.
El tiempo y el espacio desaparecieron, estábamos estirados en la cama ya sin nuestras prendas superiores, agitados y apresurados por hacer lo mismo con las demás partes, todo esto sin dejar de acariciarnos y  besarnos en la boca, el cuello sin dejar de explorar el calor que despedían nuestros cuerpos. Mi habilidad se agudizó al punto de que con una sola mano desabroché su bonito sujetador quedando sus pechos al contacto con mi pecho, sentía mi cuerpo arder al sentir su roce.
Mi pantalón y su faldita volaron por los aires quedando esparcidos por la habitación,  entonces empecé a bajar por su cuello mientras su respiración era a cada momento más acelerada, besos suaves y pequeños mordisquitos, sus pechos ya al máximo de su dureza con los pezones de un color rozado más fuerte que el del resto de sus pequeñas aureolas, le daba un contraste que no me permitió seguir con más preámbulos, me lance a acariciar, lamer  y besar aquellas irresistibles montañitas con mis labios y lengua, no aguante mas y me lancé a chupar delicadamente tan deliciosas montañitas con sabor a puro deseo, ella dejó exhalar un gemido profundo y fuerte AHHHHHMMMMM, seguido y largo. Estaba disfrutando mientras yo alternaba mis besos de uno a otro sus hermosos pechitos. Mientras tanto mis manos acariciaban la parte interior de sus muslos y se iban acercando a su húmeda rajita que cada vez sentía más caliente. Después de unos minutos de dedicarme a sus bonitos pechos fui bajando con mis labios por su plano vientre, sus quejidos de placer aumentaron, se hicieron más cortos pero más seguidos. Me entretuve unos minutos por el interior de sus muslos y sus ingles. Cuando creí que era el momento, cuando de su boca salía la expresión ahhhhhhhhhhhh.
Pase mi lengua entre los labios de su rajita subiendo hasta su pequeño y abultado clítoris que me recibió con un nuevo quejido de placer AHHHHHH. empecé a introducir mi lengua en su rajita, húmeda y caliente, seguí lamiendo y jugando con su clítoris rosado hasta que noté como arqueaba su cuerpo al máximo y me suplicaba.
- ahhhhhhh ohhhhh no pares, me corroooo, sigue siguee así, así, no pares me estoy volviendo loca.yaa, ya ahora, ahora ven venn, no aguanto más.
Estiraba de mi cabeza para que me pusiera sobre ella, mi pene estaba que estallaba, salían pequeñas gotitas de líquido seminal por la punta, las gruesas venas parecían a punto de estallar, nunca la había notado tan hinchada ni tan dura, también me pedía a gritos penetrar aquella estrechita cueva. En sus repetidas arqueadas producto del goce recibido por mi lengua que se paseaba desde su clítoris hasta su ano, me incorporé poniéndome entre sus piernas que estaban ligeramente abiertas, quedando en una posición en la cual podía ver la abertura de su rajita que me pedía agritos que la profanara, una de mis manos acompañó el pene hasta la entrada de su estrecha gruta, mi cuerpo rígido por el deseo se inclinó hacia delante presionado con mi pene entre los labios de su rajita. Presione con fuerza y la punta avanzó hasta perderse entre los pliegues de su sexo que la abrazaban con fuerza, de su garganta se escapo un quejido mientras ella arqueaba su cuerpo hacia arriba, mi pene en su máximo grosor y rigidez siguió avanzando entre quejidos de dolor y placer mezclados, entrando hasta el fondo de su gruta ya chorreante y caliente como un horno. Su grito fue delicioso:
- ayyyyyyy, ahhhhhhhh.
Su cuerpo se retorcía como poseído por resortes incontenibles, su rajita presionaba y aflojaba mi pene. Apoyé mis manos en el coclchon flexionando mi cuerpo para no la aplastarla A cada embestida que le daba aumentaban mis deseos, cada vez entraba y salía mas rapido y con mayor fuerza, la estrechez de su rajita presionando mi pene era de locura, no iba a poder aguantar mucho tiempo sin corredme, la sensación que sentía al ver aquel cuerpo menudito gemir y retorcerse bajo el mío era tan fuerte que no podía controlarme, oír sus suspiros, y jadeos al sentir su cuerpo apretado al mío y rozar mis testículos en su piel me hacía sentir sensaciones nunca conocidas  .
Tenía que hacer grandes esfuerzos para no dejarme llevar y fundir mi 1,83 CM, y mis  90 kilos dentro de su cuerpecito con, en  la estrechez de su sexo, su cuerpo, sus manos se apretaban a mi cintura y enardecían cada vez más mis sentidos. Un temblor comenzó a recorrer su cuerpo, palabras entrecortadas, gemidos y jadeos de placer salían de su garganta, respiraba fuerte y dejaba salir el aire a solplidos, aumentaban inundando la habitación Más que avisarle casi le grité que me tenía que retirar, que no aguantaba más y me iba a correr.
No me había puesto preservativo y no habíamos comentado nada sobre  el tema, no sabía si ella tomaba alguna precaución, si me corría dentro podía tener consecuencias, ella me había comentado que llevaba mas de un año divorciada.
- No, noooo, no la saques, corretee, corretee.
Cruzó sus piernas a mi cintura elevándose a cada una de mis embestidas.
No pude seguir hablando el placer me desbordó y poderosos chorros de semen caliente salieron disparados e inundaron su estrecha rajita, ella gritaba y repetía.
- Asï así asï así asï, ohhhhh que bueno, ya yaaa, ahhhhh, ahhhh.
Se desplomó y paró de moverse su respiración era acelerada, sus brazos extendidos a los lados la cama, sus piernas estiradas abiertas con mis 90 kilos desplomados sobre ella, sentía como su menudito cuerpo se inflaba y se desinflaba mientras seguían saliendo chorros de leche caliente que llenaban su rajita, los dos jadeantes y con las respiraciones entrecortadas quedamos bañados en sudor y aromas de sexo y locura estirados sobre la cama.
Después de unos minutos, seguíamos en una burbuja con olor a solo sexo y lujuria, el mundo exterior no existía para nosotros, cuando de pronto su voz me trajo de nuevo a este mundo; me dijo que era la experiencia más loca, la mas deliciosa y sublime que había tenido nunca, que nunca había sentido algo así en ninguna de sus relaciones, aunque ninguno de los hombres con los que había estado tenía una herramienta como la mía. Mientras decía eso mantenía mi pene entre sus manos acariciándolo y dándole cariñosos apretones, lo mismo hacía con los testículos, hubo algo que no le permitió detenerse ante mis miradas, mis palabras y mis caricias; le respondí con un beso en sus hermosos labios, que también para mi había sido una experiencia única, que nunca había hecho el amor con tanta pasión como lo acababa de hacer con ella. Mi herramienta como ella la llamaba se mantenía erguida y dura, brincaba inmediatamente como respuesta a sus caricias.
No pudimos frenarnos, de nuevo mi pene buscó su cueva que se mantenía caliente y chorreante por mi corrida anterior, esta vez de un solo empujón entró hasta el fondo volviendo a oír como suspiraba con fuerza y gemía al sentir mi cuerpo apretado al suyo y la herramienta toda en su interior,.
Comenzamos a movernos muy despacio, afloró la ternura, los movimientos eran suaves y cuidadosos sin que el placer fuera menos intenso por parte de ambos, en no más de 5 minutos ella de nuevo estaba teniendo su tercer o cuarto orgasmo, para mi era el segundo, ella me besaba y mordisqueaba el cuello y me decía que iba a ser mía siempre que yo lo deseara, que hacer el amor conmigo era lo mejor que le había pasado nunca, que el pacer que había sentido conmigo no lo había sentido nunca en ninguna de sus relaciones.
En el poco tiempo que nos quedaba para ducharnos y cambiarnos, dado que tenía que pasar por casa de su madre a buscar a su hija no habíamos dejado de besarnos y acariciarnos, ella antes había llamado su madre anunciándole que  pasaría un poco mas tarde a buscar a la niña.
Mientras nos vestíamos para marcharnos me confesó que en un principio cuando le propuse hacer el amor había tenido muchas dudas debido a gran diferencia de edad, ella tenía 27 y yo había cumplido los 55, pero que después de lo tierno, cariñoso y de lo mucho que la había hecho disfrutar le encantaría que nos siguiéramos viendo siempre que yo quisiera si también lo deseara.
Esta fue la primera vez. La primera de muchas otras.