2/1/13

Una sobrina muy ardiente


MI SOBRINA POLITICA
Soy un hombre normal en cuanto a mi vida sexual y cotidiana, a temprana edad con una chica mucho mayor que yo descubrí los placeres del sexo, ella me enseño lo que le gusta y también lo que no y algunos de los secretos para hacer disfrutar a una mujer. Mi primera vez ocurrió a los 14 con. Hoy ya cumplidos los 60 años aun sigo siendo un hombre vigoroso y que puede estar practicando sexo varias horas seguidas sin que se me baje la erección.
Esta es una de esas historias que pueden parecer fantasiosas,  prometo que es real como la vida misma.
Llevaba trabajando mas de 25 años en la misma empresa, cuando cerró debido a la crisis que aun hoya seguimos padeciendo me tuve que buscar trabajo para poder llegar a los 60años y poder jubilarme, de eso han pasados mas de tres años y mas que ir bien vamos peor. Comencé a dedicarme a la reparación de electrodomésticos, oficio a la que poca gente se dedicaba por lo que no me faltaba trabajo. Los recambios los tenía que ir a buscar a un almacén situado en un pueblo cercano a quince KM. Allí vivía y aun vive Alicia, la cual es  sobrina política al estar casada con el hijo de una hermana de mi pareja.
Alicia es una chica morena de 28 años, en la época que sucedieron los hechos que quiero narrar acababa de cumplir 25. Es una mujer con un cuerpo de esos que hacen girar a los hombres cuando se la cruzan por la calle. Le gusta vestir con ropas sexys y siempre muy ceñidas lo que hacen resaltar sus curvas.
La mayoría de las veces que iba a buscar recambios la pasaba a saludar, ella me invitaba a tomar café y nos preguntábamos por la familia.
Alicia es hija única y vive con ella su madre, una mujer de mas de 50 años de muy buen ver y que hacia 30 años que era viuda. Remualda  que así se llama la señora (vaya nombrecito) a pesar de estar mas cerca de los 60 que de los 50 era una mujer muy atractiva, siempre va bien arreglada, peinada y maquillada, nadie que no la conozca afirmaría  que tenía mas de los 50, un poco rellenita pero sin estar gorda, pechos provenientes sin exageración y que aun se le aguantaban bien arriba y turgentes según se podia apreciar. 
 
En una de las ocasiones que pase a visitarlas  nos sentamos a tomar café como la mayoría de veces, Ese día Alicia se iba vestida con una falda negra muy ceñida y bastante corta que enseñaba más que tapaba, una camiseta donde los pezones de sus turgentes pechos amenazaban atravesar la tela. Alicia es morena, alta de 1´65 más o menos de alta, simpática y sonriente, siempre sonríe, además de muy atractiva como he comentado antes. Siempre me había gustado observarla cuando pensaba que ella no se daba cuenta. Ese día estábamos sentados en el salón donde había una mesa de cristal transparente en el centro, sobre la cual Alicia había puesto un pequeño y delicado mantel que no alcanzaba a cubrirla por completo, junto a la mesa como asientos unos taburetes bajitos tapizados en piel, en la parte inferior de la mesa otro cristal tipo espejo en el cual se podía apreciar parte de la anatomía intima de entre las piernas de Alicia que se encontraba sentada enfrente y que en determinados momentos me ofrecía ante el deleite de mis ojos. Una visión inigualable del precioso tesoro que la chica escondía entre sus piernas, cubierto por unas finas braguitas  blancas con encajes en los bordes y cuya textura dejaba entrever con cierta transparencia lo que se encontraba bajo la fina prenda dibujando parte de su feminidad y el oscuro vello pubico que lo franqueaba.

Ese día después del café me ofreció una copa de coñac, después de unos minutos de charla la señora Remualda se levantó argumentando que había quedado con su amiga Antonia para ir un rato al bingo dejándonos solos ya que el matrimonio aun no había tenido descendencia.
Volviendo a lo que toca, mi sobrina (Alicia) de vez en cuando se levantaba  disimulando ir a buscar alguna cosa a la cocina, era realmente glorioso porque por lo ceñido de su falda al volverse a sentar se le subía hasta un punto que era inevitable no ver con claridad el hermoso panorama de entre sus piernas y del cual yo no perdía detalle, contando con la fortuna de que al no estar su madre ella no se cuidaba nada de taparse, una situación que me costaba manejar tratando con esfuerzo de que no se notaran las fijaciones de mis miradas, miradas que siempre penetraban en el mismo sitio. Entre sus piernas. Fueron bastantes los momentos tortuosos ante aquella visión, que no pude evitar que mi pene se hinchara y en el pantalón se notara un gran bulto contra de mi voluntad. Estaba tan caliente por la erección, que los fluidos pre seminales comenzaron a traspasar la tela de los pantalones, y se comenzara a notar la mancha, eso me preocupaba, ya que por mi posición ella podría notarlo.
Una de las veces que se levantó mi la mirada fue descarada sin desviar la mirada que ella me contestó con una amplia sonrisa picara, el coñac empezaba  a hacer su efecto, ella también dio plena cuenta de ello y en lugar de taparse o hacer defensa de su pudor, fue todo lo contrario, abría aun  mas las piernas para que pudiera ver mejor sus braguitas, Alicia se levantó con intención de llevar las tazas del café a la cocina la cual estaba separada del lugar donde estábamos por una puerta y un pasillo alargado. Mi sorpresa  ese día aun no había acabado al darse la vuelta de espaldas a donde yo me encontraba se le  calló una cucharilla al suelo,  al no poder inclinarse bien  para recogerla debido a la estrechez de la falda, sin mirarme y supuestamente para poder recogerla se subió la falda casi por completo hasta la cintura mostrando su imponente trasero ante mi mirada lujuriosa cubierto solo por la inmaculada tela de sus braguitas blancas.
En ese momento estuve a punto de levantarme y cometer una locura, de abalanzarme sobre ella y allí mismo sobre la alfombra clavársela hasta los huevos. Pero me contuve, algo me contuvo y pensé que no debía hacerlo, era mi sobrina, aunque política y sin ningún lazo de sangre pero era la mujer de mi sobrino. Después de recoger la cucharilla y girarse para ver mi reacción siempre con su sonrisa y su mirada picara marchó hacia la cocina, me quede allí petrificado intentando asimilar lo que había ocurrido segundos antes, mi erección seguía aumentando sin poder controlarla y no vaciarme en los pantalones. Aprovechando que ella seguía en la cocina lo más rápido que pude entre en el cuarto de baño para intentar calmar mi erección, sobre el plato de ducha se hallaban unas minúsculas braguitas. Sin pensarlo dos veces y sin medir las consecuencias de lo que podía suceder  si lo notaba, tome las braguitas de color Beige, me baje los pantalones y cubriéndome el pene con ellas comencé a masturbarme, no tarde en correrme por el grado de excitación que tenía. Solo recuerdo el ruido de la maneta de la puerta, ella al notar que yo estaba dentro decidió ir al otro aseo mas pequeño que estaba al otro lado del pasillo, sentí la sensación del orgasmo y simultáneamente los espasmos de una impresionante corrida, la cual fue tan abundante y tan intensa que casi no logro limpiar por completo el semen del suelo con las braguitas que quedaron totalmente impregnadas.
Las deje en un cesto que se encontraba en un rincón del baño y volví a mi asiento ya algo mas calmado antes de que ella saliera. Segundos después  salio ella del aseo con una sonrisa de oreja a oreja como adivinando lo que había sucedió, se sentó de nuevo sin cuidarse de cerrar sus piernas y me ofreció una nueva copa de coñac sugiriendo que sería la ultima al tener que conducir, a lo cual yo le respondí con un gesto, ya estaba bastante cargado y tenía suficiente. Acabé la copa y me marche.
Al día siguiente tenia que volver a buscar el recambio que había pedido  al no tenerlo ese día en existencia el almacén. Al  recordar que había dejado las braguitas en el cesto pensé en llegar a saludarla y entrar al baño y dejarlas de nuevo en el mismo sitio que las encontré, también pensaba que quizás ya sería tarde, y que lo más seguro es que ella las hubiera encontrado en el cesto, como así fue, esperé  que ella me recriminara mi acto pero no fue así. Antes de marcharme un momento en que ella se encontraba en la cocina preparando el café, le pedí entrar al baño, me dirigí a comprobar si aun seguían en el cesto, pero no estaban, entonces aproveche y tome otras blancas que había en el mismo sitio, supuse que serian las del día anterior y rápidamente las metí entre mi pantalón tratando de que no se notara mucho el bulto. Las había puesto ella a caso hecho sabiendo que yo me las llevaría, me lo confesó días después mientras nos reponíamos del esfuerzo de una maratoniano tarde de sexo.
Cuando me despedí de ella ese día al besarnos en la mejilla, me dijo en voz baja al oído mientras me pasaba la lengua.
      – Tito, no pensaba yo que fueras tan pillo y viciosillo, ni que me desearas tanto.
Sin dejar de sonreír y mirándome a los ojos me siguió diciendo.
      – Vamos a tener  que hablar tu yo a lo lago y tendidos un día de estos muy en serio.

Alicia y yo habíamos dejado algo pendiente que tendríamos que zanjarlo largo y tendidos como me susurró  al oído con picardía ese día. Por fin llegó ese momento. Esa tarde la encontré sola, las anteriores  veces que pase a saludarla siempre se encontraba presente la señora Remualda. Pasamos al salón y nos sentamos en el sofá, antes de que yo dijera nada sin cortarse ni un pelo me preguntó.

     - ¿Pero dime tito, que es lo que te atrae tanto de mi?
Le conteste que siempre la había deseado, y percibía que su marido no la hacía feliz, conocía a mi sobrino y sabia que era un tonto del culo que solo pensaba en lucir musculitos y en la ropa de marca y estaba convencido que no la hacía feliz en la cama por algún comentario que había oído entre mi pareja y su hermana y que desde esa tarde tomando café que disfrute de tan maravillosa visión no podía quitármela de la cabeza y la deseaba aun mas.
          - Alicia espero no te sientas ofendida por esta declaración, esperaba el momento de estar a solas contigo para decírtelo y preguntarte si tu sientes algo por mi.
Le dije que me perdonara por lo de las bragas pero que después de verla aquella tarde tan sexy no pude evitar hacerlo. Ella me miró con aquella mirada traviesa que tenía. También le confesé que desde ese día mis fantasías habían sido masturbarme oliendo sus braguítas hasta derramándome sobre ellas, Alicia dejo escapar una carcajada aludiendo que si algún día me pillaba mi mujer (Su tieta) como ella la llamaba que explicación le iba a dar. También le dije que siempre mientras me corría pensaba en ella y en su cuerpo desnudo retorciéndose de gusto bajo el mío.
También le comenté que siempre que pasaba a saludarla estaba presente su madre y no podía hablar con ella, que ya no podía resistir mas la tentación de saber lo que ella pensaba, que el deseo por ella me estaba volviendo loco y quería que me contestara si podía aspirar disfrutar de su cuerpo algún día.
Ella me escuchaba atentamente mi declaración sin interrumpirme, vi que sus ojos le comenzaron a brillar y su rostro tomaba un color mas rojizo, En ese momento supe que ella lo deseaba tanto como yo, la  desnudaba con la mirada mientras le confesaba mis deseos, le seguí confesando mis pensamientos.
No he dejado ni un solo día de pensar y maquinar como provocar este encuentro sin que te ofendieras ni te enfadaras, y poder conseguir tenerte entre mis brazos.
Ella se acercó un poco mas casi me rozaba con su cuerpo, me puso sus manos en mi cuello y me dijo.
     - Títo,  por fin estamos solo tenía ganas de que ocurriera, hoy mi madre no volverá antes de las siete y mi marido no sale del trabajo antes de las ocho. Yo también deseaba estar a solas contigo, y deseo hacer el amor contigo, me calienta tanto pensar en hacerlo contigo que mojo las bragas cuando siento tus miradas, quiero ser toda tuya títo.
Ese día llevaba puesto un vestidíto de verano igualmente cortíto y fino, nos abrazamos y sin preámbulos comenzamos a besarnos, pase mis manos se deslizaron bajo la fina tela del vestido y comencé a acariciar su cuerpo sin prisa, mordisqueando levemente sus labios pasando la lengua por ellos, lamiéndolos metiendo mi lengua en busca de las caricias de la suya, bajando mis manos sobre sus pechos y abdomen, tirando del vestido hacia arriba hasta sacarlo por su cabeza ayudado por ella que levantó los brazos, mis manos descendieron acariciando sus hombros y cuello llegando hasta el sujetador, solté el cierre deslizando los tirantes por los hombros, sus pechos quedaron desnudos a mi merced, mis manos al unísono  abarcaron su contorno desde abajo hacia arriba, quedando sus pezones erectos y duros sobre las palmas, mis dedos los atraparon en forma de tijera pellizcándolos suavemente.
Igualmente la prenda calló al suelo del salón, mis manos siguieron bajando y comencé deslizar mis dedos por entre la tela de sus braguítas hasta llegar a su rajíta introduciendo primero un dedo y luego dos, notándola cada vez mas mojada la vez que mis labios descendían desde el su cuello hasta adueñarse de su duros y suaves pechos, y siguieron bajando hasta besar la fina tela y aspirar el aroma que desprendía su intimidad.
Mis dedos hurgaban entre sus piernas hasta tocar su abultado clítoris Alicia en esos momentos no dejaba de gemir y jadear con la respiración cada vez mas acelerada y de su garganta comenzaban a escucharse los primeros gritítos anunciando que se acercaba su primer orgasmo, mis labios besaban  sus pechos estirando de los pezones, sus caderas comenzaron a moverse apretando su  cuerpo contra el mío, libere mi pene de su encierro y lleve una de sus manos entre mis piernas para que lo acariciara, su mano lo copio apretándolo mientras de su garganta se escapaba un gritito al sentirlo duro y caliente, estaba en su total erección. Alicia comenzó a jadear y gemir al sentir el orgasmo.
     -- Me voy a correr sin que me la metas  tito, me corro, me corrooooo, ahaaaaaaaaaaa  siiiiiiiiiiiiii, ahhaaaaaaaaaaaa.
La abrace fuerte manteniendo mis dedos dentro de su estrechita cueva sujetando su cuerpo que se convulsionaba , su boca busco la mía introduciendo su lengua que se entrelazaba con la mía  su mano aferrada a mi pene no dejaba de apretarlo pasando del pene a los testículos las mías. Ella gritaba y gemía
     -Que placer, que guuuusto, uffffffff, me he corrido tan sólo con tus caricias, ufff. Que placer no me lo puedo creer. Nunca he sentido algo así con mi marido.
Después de esa primera corrida se saco las braguitas y se sentó ahorcajadas sobre mis piernas previamente también yo me había despojadote los pantalones, de puntillas levantó su cuerpo hasta que la punta de mi hincado pene rozo la entrada de su coñito,

Se fue dejando caer con algún gesto de dolor hasta tenerla toda dentro, sus pechos rozaban mis labios, mis manos los magreaban mientras mi boca chupaba sus pezones haciendo que de su garganta salieran gemidos y jadeos al sentirse totalmente llena, comencé a hundirme en su rajita con algo de  esfuerzo debido a la estrechez de su rajita hasta sentirla penetrada  hasta el fondo, sentía como las paredes de su estrecha rajita presionaban sobre mi pene. Teniéndola bien apretada por sus nalgas y su cintura comencé a moverme despacio haciendo que se moviera, ella capto reseguida la idea y apoyando sus pies en el suelo se  levantaba y volvía a dejar caer hasta aplastarse sobre mis testículos, yo sentía como le llegaba hasta el fondo de sus entrañas rozando las paredes de su útero, Alicia se apretaba y mordía mi cuello clavando sus uñas en mi espalda.
Comenzaba a sentir el placer del orgasmo, después de unos minutos de entrar y salir de su sexo me derrame en su interior entre gritos de placer de Alicia hasta quedar sudorosa y respirando con dificultad desplomada sobre mis piernas, era tanto el deseo que sentía por ella que en solo unos minutos me había vaciado, le dije que ya la recompensaría en una próxima ocasión que tuviéramos mas tiempo, esa tarde tuvimos que dejarlo debido a que su madre estaba a punto de llegar y mejor que no nos pillara. Después de estar unos minutos abrazados disfrutando del polvo hice que descabalgara, al quedar de pie observe como le bajaba el semen por sus muslos. Nos despedimos con fuerte y apasionado beso con el desende volver a estar juntos pronto.
Espero que no os parezca grosero el relato al describir los detalles, pero son los que le dan la esencia a esos momentos, contarlos tal como ocurren y así intento expresarlos. Ese día de después de estar abrazados unos minutos disfrutando de ese primer polvo, su madre estaría a punto de llegar, como así fue solo salir a la calle a pocos metros del portal me la cruce cuando volvía, debido a la excitación que aun sentía no me entretuve mucho con ella, fue un saludo rápido con la excusa que me iban a cerrar el almacén.

Alicia, mi sobrina relato II


Mi sobrina Alicia. Relato II
Después de ese primer día solo pensaba en volver a verla y siempre tenía en mi mente la estrechez de su rajita y el placer que sentía al estar dentro de ella, deseando volver a estar con ella y seguir disfrutando de su cuerpo, tubo que pasar casi un mes ya que cada vez que pasaba a saludarla siempre estaba su madre (La señora Remualda) que no me quitaba ojo como si adivinara que si no dejaba solos pasaría algo entre su hija y yo, no podíamos hablar a solas, nos comunicábamos con miradas y sonrisas, sus ojos me lo decían todo, cuando nos despedíamos en la puerta después de algún pellizco en su trasero le susurraba al oído las ganas que tenía de volver a tenerla bajo mi cuerpo bien clavada, ella me respondía. - Calla calla, no me calientes más, también yo estoy impaciente por volver a sentirte dentro.
Yo lo sabía, lo notaba en sus miradas, tenía tantas ganas o más que yo de que eso sucediera.
Por fin llegó ese día en el que pudimos volver a estar juntos, ese día su madre no estaba, había ido a visitar a una amiga al hospital y no llegaría hasta pasadas las ocho, la tenía que pasar a buscar Luis cuando saliera del trabajo.
Sobre ese tema, con miedo y algo impaciente volví a preguntarle.
      - ¿Alicia seguro que no volverán hasta esa hora?
     - A ver si vienen antes y nos pillan y se lía gorda.

Ella sonreía y me tranquilizaba diciéndome que no fuera miedica, afirmaba que no vendrían hasta esa hora, que pasaría a buscarla Luis (su marido) cuando saliera del trabajo y el salía del trabajo a las 8 de la tarde. Entonces la abracé y le dije que se iba a enterar que le iba a estar dando caña toda la tarde, ella se reía y me decía que no aguantaría ni dos asaltos. Teníamos toda la tarde para nosotros. No me contestó, solo me miró con su mirada picara y traviesa y me arrastró estirándome de una mano hasta la habitación, entre beso y beso me confesaba llevaba deseando estar conmigo desde aquella tarde en la cual se dio cuenta que me había masturbado con sus braguitas, aunque nunca pensó que la haría sentir tanto placer como sintió días atrás en el sofá. Noté el enrojecimiento de su rostro debido a la excitación que sentía mientras mis manos acariciaban su cuerpo, pude ver la lujuria y el deseo en su mirada, y ya no pude detenerme y pregunté.
           ¿Quieres que te la clave aquí mismo en el pasillo o pasamos a la cama?
 No creí escuchar respuesta, solo una mirada lujuriosa y como su mano apretaba el bulto que amenazaba romper mi pantalón.
     - Vaya tiíto esto parece que ya se encuentra a punto.
     - Espero que esto no se lo cuentes nunca a nadie, si se enterara mi marido me mataría.
Mi sobrina había dado el primer paso, me quedé mirándola acercándome a su cuerpo, ella camino hacia mí, de la mano me indicó que la siguiera, nos dirigimos por el pasillo. Vi su señal para que la siguiera, me sentía excitado al máximo. Entre tras ella en la habitación y la abrace por la espalda mientras ella se despojaba de la ropa, ella  suspiró al sentir mi abrazo. Sin preámbulos nos desnudamos los dos y nos tumbamos en la cama, la besé, toque su cuerpo. Mis manos deseosas se introdujeron entre sus piernas y mis dedos buscaron su raja. Su rajita estaba húmeda, cubierta con un vello espeso, unos labios gruesos y un clítoris abultado que sobresalía. Alicia ya estaba totalmente mojada, al sentir mis dedos hurgar en su intimidad abrió bien las piernas para facilitar que pudiera acariciarla bien, lanzaba pequeños gemidos mientras buscaba mi boca, su lengua salía como víbora adentrándose en el interior de la mía, me besaba con deseo, con pasión.
- Aiiii tiíto que bien sabes complacer a una mujer, como me gusta sentir tus caricias ahhhhhhh.
Un gritito rompió el silencio de la habitación al sentir mis dedos entrar en su mojada rajita. Nos magreábamos sin inhibiciones, ella palpaba mi pene por apretándolo, su boca apretada a la mía. Casi de manera sincronizada ella se dejo caer hacia el centro de la cama quedando en la posición del misionero con las piernas abiertas rogándome que la penetrara, esta vez le dije que tenía que esperar, sus ojos brillaban de deseo, comencé a pasar mi lengua desde las orejas hasta los pies, subía y bajaba rozando sus ingles sin rozar su sexo, ella cada vez que rozaba la parte interior de sus muslos arqueaba su cuerpo gimiendo mordiéndose los labios suplicándome que la penetrara, después de un buen rato lamiendo y besando su sexo entreteniéndome en su abultado clítoris no quise hacerla esperar. Me coloque entre sus piernas, con mi mano restregué la punta de mi verga entre los labios de su rajita, la coloqué entre ellos y empuje.
Cada centímetro que le metía la hacia gemir, centímetro a centímetro me iba hundiendo en su interior, ella me susurraba entre suspiros y quejidos.
     - Aiiii tito que polla más gorda tienes, como me siento de llena, como me gusta sentirla toda dentro.
Al hundirme hasta el fondo noté como sus nalgas se movían de manera rítmica buscando acercarse cada vez más. Sentí como mi miembro estaba todo dentro de su rajita, ella había encogido sus piernas para sentirla lo máximo en su interior, yo sentía un placer inmenso, me recorrían escalofríos desde los pies a la cabeza cada vez que la sacaba y volvía a metérsela hasta hacer golpear mis huevos en sus nalgas, veía como sus pechos se balanceaban a cada apretón que le daba, su cara de regocijo al sentirse penetrada. Apoyé mis manos sobre la cama flexionando mi cuerpo para no aplastarla y que ella pudiera moverse, bajaba y subía primero despacio y después de un fuerte golpe que la hacía gritar, podía observar cada vez que mi pene desaparecía en su raja los gestos de su rostro, ella culeaba hacia arriba cuando yo bajaba encontrándonos a medio camino, notaba como su espalda se despegaba de la cama. Ella tomó una de las almohadas y la colocó baja sus nalgas para que su pelvis quedara mas levantada y la penetración fuera lo máximo de profunda, Sentía que le entraba hasta los testículos, sus gemidos cada vez eran más fuertes. No paraba de decirme el placer que sentía, casi gritaba que no parara y le diera más fuerte.
     - Ayyy Miguel, tiíto que bueno esta, que bien me lo haces, que gusto mas bueno siento, ayyy, ayyy me corro, me corroooo.
     - Dame más fuerte, mi amor aprieta más fuerte, que la sienta toda dentro. Lléname, lléname ya aiiiiiiiii aiiiiii ohhhhh ahhhhh.
Repetía cada vez con más fuerza, tuve que sellar su boca con la mía para que no nos oyeran los vecinos. Alicia se movía como si estuviera poseída, sus ojos cerrados, su boca abierta respirando fuerte y expulsando el aire soplando, su cuerpo me hacía ver lo mucho que le gustaba y cuanto estaba disfrutando. Yo empujaba cada vez con más fuerza como queriendo atravesarla con mi espada, también llevaba tiempo privado de los placeres carnales los últimos meses mi pareja no se encontraba muy deseosa de sexo y quizás eso había precipitado mi acercamiento a Alicia, no pude aguantarme por mas tiempo y sentí un escalofrío como si algo se escapara de mi cuerpo al sentir como mi pene comenzaba a escupir chorros de semen que iban llenado el interior.
Alicia gritó abrazándose con fuerza a mi cuerpo y arqueó su cuerpo lanzando gritos fuertes al sentir como la inundaba y se volvía a correr de nuevo.     -Aaaaaay, Aiiiiy Aiiiyyy, tito, titoooor, que bien me lo haces, cuanto placer me das, como siento tu leche quemar mis entrañas, ahhhhhh.
Repetía una y otra vez,  al sentir como me corría sentí que su cuerpo se convulsionaba al sentirse inundada de semen, y como de su garganta salían sonidos raros y profundos. Se quedó inmóvil con las piernas estiradas, como inconciente con mi verga clavada hasta las bolas expulsando borbotones de semen, yo al verla así me asuste un poco, pasados unos segundos fue abriendo los ojos y con su cuerpo temblando me decía.
     - O Diosss, que me ha pasado? se me ha nublado la vista, y pensé que me moría.
Seguí abrazada y temblorosa. Susurraba que algo así yo no lo había sentido nunca. Aun siguiendo bien ensartada ya que mi pene no se había desinflado aun culpaba a las dimensiones de mi pene de ser el culpable de lo que le había sucedido, sin dejar que la descabalgara me repetía que no se me ocurriera  contárselo a nadie y follariamos siempre que yo quisiera, me besaba y me apretaba mientras los músculos de su rajita comprimían mi pene en su interior.
Hacia calor, nos levantamos y bebimos algo fresco para recuperarnos y pasados unos minutos volvimos a la carga, esta vez fue ella la que llevo la batuta poniéndose encima, lo hicimos despacio, saboreando cada segundo hasta quedar de nuevo exhaustos sobre la cama. No nos habíamos dado cuenta pero eran las siete pasadas así que tuvimos que despedirnos, no si el compromiso por  parte de ambos de volver a buscar mas tardes como aquella, ella me avisaría cuando alguna otra tarde se quedara sola, que aun seguía teniendo mas ganas de seguir disfrutando.
Han pasado tres años de nuestro primer encuentro, nos vemos siempre que ella puede buscar unas horas sin levantar sospechas, aunque una tarde sucedió algo que os lo contare en un próximo relato.
Sigo con el mismo vigor cada vez que estamos juntos.