Mi sobrina Alicia. Relato II
Después
de ese primer día solo pensaba en volver a verla y siempre tenía en mi mente la
estrechez de su rajita y el placer que sentía al estar dentro de ella, deseando
volver a estar con ella y seguir disfrutando de su cuerpo, tubo que pasar casi
un mes ya que cada vez que pasaba a saludarla siempre estaba su madre (La
señora Remualda) que no me quitaba
ojo como si adivinara que si no dejaba solos pasaría algo entre su hija y yo,
no podíamos hablar a solas, nos comunicábamos con miradas y sonrisas, sus ojos
me lo decían todo, cuando nos despedíamos en la puerta después de algún pellizco
en su trasero le susurraba al oído las ganas que tenía de volver a tenerla bajo
mi cuerpo bien clavada, ella me respondía. - Calla calla, no me calientes más, también
yo estoy impaciente por volver a sentirte dentro.
Yo lo sabía, lo notaba en
sus miradas, tenía tantas ganas o más que yo de que eso sucediera.
Por fin llegó ese día en el
que pudimos volver a estar juntos, ese día su madre no estaba, había ido a
visitar a una amiga al hospital y no llegaría hasta pasadas las ocho, la tenía
que pasar a buscar Luis cuando saliera del trabajo.
Sobre ese tema, con miedo y algo
impaciente volví a preguntarle.
- ¿Alicia seguro que no volverán hasta esa
hora?
- A ver si vienen antes y nos pillan y se lía
gorda.
Ella
sonreía y me tranquilizaba diciéndome que no fuera miedica, afirmaba que no vendrían
hasta esa hora, que pasaría a buscarla Luis (su marido) cuando saliera del
trabajo y el salía del trabajo a las 8 de la tarde. Entonces la abracé y le
dije que se iba a enterar que le iba a estar dando caña toda la tarde, ella se reía
y me decía que no aguantaría ni dos asaltos. Teníamos toda la tarde para
nosotros. No me contestó, solo me miró con su mirada picara y traviesa y me
arrastró estirándome de una mano hasta la habitación, entre beso y beso me
confesaba llevaba deseando estar conmigo desde aquella tarde en la cual se dio
cuenta que me había masturbado con sus braguitas, aunque nunca pensó que la
haría sentir tanto placer como sintió días atrás en el sofá. Noté el
enrojecimiento de su rostro debido a la excitación que sentía mientras mis
manos acariciaban su cuerpo, pude ver la lujuria y el deseo en su mirada, y ya
no pude detenerme y pregunté.
¿Quieres
que te la clave aquí mismo en el pasillo o pasamos a la cama?
No creí escuchar respuesta, solo una mirada
lujuriosa y como su mano apretaba el bulto que amenazaba romper mi pantalón.
- Vaya tiíto esto parece que ya se encuentra a
punto.
- Espero que esto no se lo cuentes nunca a
nadie, si se enterara mi marido me mataría.
Mi
sobrina había dado el primer paso, me quedé mirándola acercándome a su cuerpo,
ella camino hacia mí, de la mano me indicó que la siguiera, nos dirigimos por
el pasillo. Vi su señal para que la siguiera, me sentía excitado al máximo. Entre
tras ella en la habitación y la abrace por la espalda mientras ella se
despojaba de la ropa, ella suspiró al
sentir mi abrazo. Sin preámbulos nos desnudamos los dos y nos tumbamos en la
cama, la besé, toque su cuerpo. Mis manos deseosas se introdujeron entre sus
piernas y mis dedos buscaron su raja. Su rajita estaba húmeda, cubierta con un
vello espeso, unos labios gruesos y un clítoris abultado que sobresalía. Alicia ya estaba totalmente mojada, al sentir
mis dedos hurgar en su intimidad abrió bien las piernas para facilitar que
pudiera acariciarla bien, lanzaba pequeños gemidos mientras buscaba mi boca, su
lengua salía como víbora adentrándose en el interior de la mía, me besaba con
deseo, con pasión.
- Aiiii tiíto
que bien sabes complacer a una mujer, como me gusta sentir tus caricias
ahhhhhhh.
Un gritito rompió el
silencio de la habitación al sentir mis dedos entrar en su mojada rajita. Nos magreábamos
sin inhibiciones, ella palpaba mi pene por apretándolo, su boca apretada a la
mía. Casi de manera sincronizada ella se dejo caer hacia el centro de la cama
quedando en la posición del misionero con las piernas abiertas rogándome que la
penetrara, esta vez le dije que tenía que esperar, sus ojos brillaban de deseo,
comencé a pasar mi lengua desde las orejas hasta los pies, subía y bajaba
rozando sus ingles sin rozar su sexo, ella cada vez que rozaba la parte
interior de sus muslos arqueaba su cuerpo gimiendo mordiéndose los labios
suplicándome que la penetrara, después de un buen rato lamiendo y besando su
sexo entreteniéndome en su abultado clítoris no quise hacerla esperar. Me
coloque entre sus piernas, con mi mano restregué la punta de mi verga entre los
labios de su rajita, la coloqué entre ellos y empuje.
Cada
centímetro que le metía la hacia gemir, centímetro a centímetro me iba
hundiendo en su interior, ella me susurraba entre suspiros y quejidos.
- Aiiii tito que polla más gorda tienes, como
me siento de llena, como me gusta sentirla toda dentro.
Al hundirme hasta el fondo
noté como sus nalgas se movían de manera rítmica buscando acercarse cada vez
más. Sentí como mi miembro estaba todo dentro de su rajita, ella había encogido
sus piernas para sentirla lo máximo en su interior, yo sentía un placer inmenso,
me recorrían escalofríos desde los pies a la cabeza cada vez que la sacaba y
volvía a metérsela hasta hacer golpear mis huevos en sus nalgas, veía como sus
pechos se balanceaban a cada apretón que le daba, su cara de regocijo al
sentirse penetrada. Apoyé mis manos sobre la cama flexionando mi cuerpo para no
aplastarla y que ella pudiera moverse, bajaba y subía primero despacio y
después de un fuerte golpe que la hacía gritar, podía observar cada vez que mi
pene desaparecía en su raja los gestos de su rostro, ella culeaba hacia arriba cuando
yo bajaba encontrándonos a medio camino, notaba como su espalda se despegaba de
la cama. Ella tomó una de las almohadas y la colocó baja sus nalgas para que su
pelvis quedara mas levantada y la penetración fuera lo máximo de profunda,
Sentía que le entraba hasta los testículos, sus gemidos cada vez eran más fuertes.
No paraba de decirme el placer que sentía, casi gritaba que no parara y le
diera más fuerte.
- Ayyy Miguel, tiíto que bueno esta, que bien me lo haces, que gusto mas bueno siento, ayyy, ayyy me corro, me corroooo.
- Dame más fuerte, mi amor aprieta más fuerte, que la sienta toda dentro. Lléname, lléname ya aiiiiiiiii aiiiiii ohhhhh ahhhhh.
- Ayyy Miguel, tiíto que bueno esta, que bien me lo haces, que gusto mas bueno siento, ayyy, ayyy me corro, me corroooo.
- Dame más fuerte, mi amor aprieta más fuerte, que la sienta toda dentro. Lléname, lléname ya aiiiiiiiii aiiiiii ohhhhh ahhhhh.
Repetía cada vez con más
fuerza, tuve que sellar su boca con la mía para que no nos oyeran los vecinos. Alicia se movía como si estuviera poseída,
sus ojos cerrados, su boca abierta respirando fuerte y expulsando el aire
soplando, su cuerpo me hacía ver lo mucho que le gustaba y cuanto estaba
disfrutando. Yo empujaba cada vez con más fuerza como queriendo atravesarla con
mi espada, también llevaba tiempo privado de los placeres carnales los últimos
meses mi pareja no se encontraba muy deseosa de sexo y quizás eso había
precipitado mi acercamiento a Alicia,
no pude aguantarme por mas tiempo y sentí un escalofrío como si algo se
escapara de mi cuerpo al sentir como mi pene comenzaba a escupir chorros de
semen que iban llenado el interior.
Alicia gritó abrazándose con
fuerza a mi cuerpo y arqueó su cuerpo lanzando gritos fuertes al sentir como la
inundaba y se volvía a correr de nuevo. -Aaaaaay,
Aiiiiy Aiiiyyy, tito, titoooor, que bien me lo haces, cuanto placer me das, como
siento tu leche quemar mis entrañas, ahhhhhh.
Repetía una y otra vez, al sentir como me corría sentí que su cuerpo
se convulsionaba al sentirse inundada de semen, y como de su garganta salían
sonidos raros y profundos. Se quedó inmóvil con las piernas estiradas, como
inconciente con mi verga clavada hasta las bolas expulsando borbotones de semen,
yo al verla así me asuste un poco, pasados unos segundos fue abriendo los ojos
y con su cuerpo temblando me decía.
- O Diosss, que me ha pasado? se me ha
nublado la vista, y pensé que me moría.
Seguí
abrazada y temblorosa. Susurraba que algo así yo no lo había sentido nunca. Aun
siguiendo bien ensartada ya que mi pene no se había desinflado aun culpaba a
las dimensiones de mi pene de ser el culpable de lo que le había sucedido, sin
dejar que la descabalgara me repetía que no se me ocurriera contárselo a nadie y follariamos siempre que
yo quisiera, me besaba y me apretaba mientras los músculos de su rajita
comprimían mi pene en su interior.
Hacia calor, nos levantamos
y bebimos algo fresco para recuperarnos y pasados unos minutos volvimos a la
carga, esta vez fue ella la que llevo la batuta poniéndose encima, lo hicimos
despacio, saboreando cada segundo hasta quedar de nuevo exhaustos sobre la
cama. No nos habíamos dado cuenta pero eran las siete pasadas así que tuvimos
que despedirnos, no si el compromiso por parte de ambos de volver a buscar mas tardes
como aquella, ella me avisaría cuando alguna otra tarde se quedara sola, que
aun seguía teniendo mas ganas de seguir disfrutando.
Han pasado tres años de
nuestro primer encuentro, nos vemos siempre que ella puede buscar unas horas
sin levantar sospechas, aunque una tarde sucedió algo que os lo contare en un
próximo relato.
Sigo con el mismo vigor cada
vez que estamos juntos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEse lastima no me gusta nada, Sr. Victor manuel navarrete.
EliminarTe crees mejor? o que no te gustan los ESPAÑOLES...
MEJOR NO CONTESTES SABES.
Pues sí, me chocan los pinches edspañoles.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCreo que una disculpa por tus palabras no estaría de mäs.
EliminarPor lo tanto, te pido mil disculpas...
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