2/1/13

Alicia, mi sobrina relato II


Mi sobrina Alicia. Relato II
Después de ese primer día solo pensaba en volver a verla y siempre tenía en mi mente la estrechez de su rajita y el placer que sentía al estar dentro de ella, deseando volver a estar con ella y seguir disfrutando de su cuerpo, tubo que pasar casi un mes ya que cada vez que pasaba a saludarla siempre estaba su madre (La señora Remualda) que no me quitaba ojo como si adivinara que si no dejaba solos pasaría algo entre su hija y yo, no podíamos hablar a solas, nos comunicábamos con miradas y sonrisas, sus ojos me lo decían todo, cuando nos despedíamos en la puerta después de algún pellizco en su trasero le susurraba al oído las ganas que tenía de volver a tenerla bajo mi cuerpo bien clavada, ella me respondía. - Calla calla, no me calientes más, también yo estoy impaciente por volver a sentirte dentro.
Yo lo sabía, lo notaba en sus miradas, tenía tantas ganas o más que yo de que eso sucediera.
Por fin llegó ese día en el que pudimos volver a estar juntos, ese día su madre no estaba, había ido a visitar a una amiga al hospital y no llegaría hasta pasadas las ocho, la tenía que pasar a buscar Luis cuando saliera del trabajo.
Sobre ese tema, con miedo y algo impaciente volví a preguntarle.
      - ¿Alicia seguro que no volverán hasta esa hora?
     - A ver si vienen antes y nos pillan y se lía gorda.

Ella sonreía y me tranquilizaba diciéndome que no fuera miedica, afirmaba que no vendrían hasta esa hora, que pasaría a buscarla Luis (su marido) cuando saliera del trabajo y el salía del trabajo a las 8 de la tarde. Entonces la abracé y le dije que se iba a enterar que le iba a estar dando caña toda la tarde, ella se reía y me decía que no aguantaría ni dos asaltos. Teníamos toda la tarde para nosotros. No me contestó, solo me miró con su mirada picara y traviesa y me arrastró estirándome de una mano hasta la habitación, entre beso y beso me confesaba llevaba deseando estar conmigo desde aquella tarde en la cual se dio cuenta que me había masturbado con sus braguitas, aunque nunca pensó que la haría sentir tanto placer como sintió días atrás en el sofá. Noté el enrojecimiento de su rostro debido a la excitación que sentía mientras mis manos acariciaban su cuerpo, pude ver la lujuria y el deseo en su mirada, y ya no pude detenerme y pregunté.
           ¿Quieres que te la clave aquí mismo en el pasillo o pasamos a la cama?
 No creí escuchar respuesta, solo una mirada lujuriosa y como su mano apretaba el bulto que amenazaba romper mi pantalón.
     - Vaya tiíto esto parece que ya se encuentra a punto.
     - Espero que esto no se lo cuentes nunca a nadie, si se enterara mi marido me mataría.
Mi sobrina había dado el primer paso, me quedé mirándola acercándome a su cuerpo, ella camino hacia mí, de la mano me indicó que la siguiera, nos dirigimos por el pasillo. Vi su señal para que la siguiera, me sentía excitado al máximo. Entre tras ella en la habitación y la abrace por la espalda mientras ella se despojaba de la ropa, ella  suspiró al sentir mi abrazo. Sin preámbulos nos desnudamos los dos y nos tumbamos en la cama, la besé, toque su cuerpo. Mis manos deseosas se introdujeron entre sus piernas y mis dedos buscaron su raja. Su rajita estaba húmeda, cubierta con un vello espeso, unos labios gruesos y un clítoris abultado que sobresalía. Alicia ya estaba totalmente mojada, al sentir mis dedos hurgar en su intimidad abrió bien las piernas para facilitar que pudiera acariciarla bien, lanzaba pequeños gemidos mientras buscaba mi boca, su lengua salía como víbora adentrándose en el interior de la mía, me besaba con deseo, con pasión.
- Aiiii tiíto que bien sabes complacer a una mujer, como me gusta sentir tus caricias ahhhhhhh.
Un gritito rompió el silencio de la habitación al sentir mis dedos entrar en su mojada rajita. Nos magreábamos sin inhibiciones, ella palpaba mi pene por apretándolo, su boca apretada a la mía. Casi de manera sincronizada ella se dejo caer hacia el centro de la cama quedando en la posición del misionero con las piernas abiertas rogándome que la penetrara, esta vez le dije que tenía que esperar, sus ojos brillaban de deseo, comencé a pasar mi lengua desde las orejas hasta los pies, subía y bajaba rozando sus ingles sin rozar su sexo, ella cada vez que rozaba la parte interior de sus muslos arqueaba su cuerpo gimiendo mordiéndose los labios suplicándome que la penetrara, después de un buen rato lamiendo y besando su sexo entreteniéndome en su abultado clítoris no quise hacerla esperar. Me coloque entre sus piernas, con mi mano restregué la punta de mi verga entre los labios de su rajita, la coloqué entre ellos y empuje.
Cada centímetro que le metía la hacia gemir, centímetro a centímetro me iba hundiendo en su interior, ella me susurraba entre suspiros y quejidos.
     - Aiiii tito que polla más gorda tienes, como me siento de llena, como me gusta sentirla toda dentro.
Al hundirme hasta el fondo noté como sus nalgas se movían de manera rítmica buscando acercarse cada vez más. Sentí como mi miembro estaba todo dentro de su rajita, ella había encogido sus piernas para sentirla lo máximo en su interior, yo sentía un placer inmenso, me recorrían escalofríos desde los pies a la cabeza cada vez que la sacaba y volvía a metérsela hasta hacer golpear mis huevos en sus nalgas, veía como sus pechos se balanceaban a cada apretón que le daba, su cara de regocijo al sentirse penetrada. Apoyé mis manos sobre la cama flexionando mi cuerpo para no aplastarla y que ella pudiera moverse, bajaba y subía primero despacio y después de un fuerte golpe que la hacía gritar, podía observar cada vez que mi pene desaparecía en su raja los gestos de su rostro, ella culeaba hacia arriba cuando yo bajaba encontrándonos a medio camino, notaba como su espalda se despegaba de la cama. Ella tomó una de las almohadas y la colocó baja sus nalgas para que su pelvis quedara mas levantada y la penetración fuera lo máximo de profunda, Sentía que le entraba hasta los testículos, sus gemidos cada vez eran más fuertes. No paraba de decirme el placer que sentía, casi gritaba que no parara y le diera más fuerte.
     - Ayyy Miguel, tiíto que bueno esta, que bien me lo haces, que gusto mas bueno siento, ayyy, ayyy me corro, me corroooo.
     - Dame más fuerte, mi amor aprieta más fuerte, que la sienta toda dentro. Lléname, lléname ya aiiiiiiiii aiiiiii ohhhhh ahhhhh.
Repetía cada vez con más fuerza, tuve que sellar su boca con la mía para que no nos oyeran los vecinos. Alicia se movía como si estuviera poseída, sus ojos cerrados, su boca abierta respirando fuerte y expulsando el aire soplando, su cuerpo me hacía ver lo mucho que le gustaba y cuanto estaba disfrutando. Yo empujaba cada vez con más fuerza como queriendo atravesarla con mi espada, también llevaba tiempo privado de los placeres carnales los últimos meses mi pareja no se encontraba muy deseosa de sexo y quizás eso había precipitado mi acercamiento a Alicia, no pude aguantarme por mas tiempo y sentí un escalofrío como si algo se escapara de mi cuerpo al sentir como mi pene comenzaba a escupir chorros de semen que iban llenado el interior.
Alicia gritó abrazándose con fuerza a mi cuerpo y arqueó su cuerpo lanzando gritos fuertes al sentir como la inundaba y se volvía a correr de nuevo.     -Aaaaaay, Aiiiiy Aiiiyyy, tito, titoooor, que bien me lo haces, cuanto placer me das, como siento tu leche quemar mis entrañas, ahhhhhh.
Repetía una y otra vez,  al sentir como me corría sentí que su cuerpo se convulsionaba al sentirse inundada de semen, y como de su garganta salían sonidos raros y profundos. Se quedó inmóvil con las piernas estiradas, como inconciente con mi verga clavada hasta las bolas expulsando borbotones de semen, yo al verla así me asuste un poco, pasados unos segundos fue abriendo los ojos y con su cuerpo temblando me decía.
     - O Diosss, que me ha pasado? se me ha nublado la vista, y pensé que me moría.
Seguí abrazada y temblorosa. Susurraba que algo así yo no lo había sentido nunca. Aun siguiendo bien ensartada ya que mi pene no se había desinflado aun culpaba a las dimensiones de mi pene de ser el culpable de lo que le había sucedido, sin dejar que la descabalgara me repetía que no se me ocurriera  contárselo a nadie y follariamos siempre que yo quisiera, me besaba y me apretaba mientras los músculos de su rajita comprimían mi pene en su interior.
Hacia calor, nos levantamos y bebimos algo fresco para recuperarnos y pasados unos minutos volvimos a la carga, esta vez fue ella la que llevo la batuta poniéndose encima, lo hicimos despacio, saboreando cada segundo hasta quedar de nuevo exhaustos sobre la cama. No nos habíamos dado cuenta pero eran las siete pasadas así que tuvimos que despedirnos, no si el compromiso por  parte de ambos de volver a buscar mas tardes como aquella, ella me avisaría cuando alguna otra tarde se quedara sola, que aun seguía teniendo mas ganas de seguir disfrutando.
Han pasado tres años de nuestro primer encuentro, nos vemos siempre que ella puede buscar unas horas sin levantar sospechas, aunque una tarde sucedió algo que os lo contare en un próximo relato.
Sigo con el mismo vigor cada vez que estamos juntos.

6 comentarios:

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    1. Ese lastima no me gusta nada, Sr. Victor manuel navarrete.
      Te crees mejor? o que no te gustan los ESPAÑOLES...
      MEJOR NO CONTESTES SABES.

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    2. Pues sí, me chocan los pinches edspañoles.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Creo que una disculpa por tus palabras no estaría de mäs.

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  3. Por lo tanto, te pido mil disculpas...

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