29/9/12

Con la madre y la hija


REMEDIOS.
Hacía varios meses que salíamos, a Carola la conocía del barrio había estado casada cuatro años y hacía dos que se había separado, tenia 36 años y un bonito cuerpo, nuestra relación no era lo que se puede decir una relación seria de pareja, salíamos juntos, lo pasábamos bien pero sin que ninguno de los dos pensara ir mas allá, disfrutar mientras durara. Algunos fines de semana me quedaba a dormir en su casa y su madre no le parecía mal siempre decía que lo que disfrutáramos en esta vida  era lo que nos íbamos a llevar  para la otra y ponía de ejemplo su vida.
Remedios que así se llamaba la protagonista de de este relato era una mujer de 56 años aunque por su aspecto jovial y su físico nadie juraría que los tenía, siempre se la veía arreglada, bien peinada y maquillada, era una mujer mas bien bajita, y algo rellenita y de grandes pechos aunque sin caer en la exageración, por su aspecto aun se le aguantaba bien arriba y duros.
Solo con treinta años se había quedado viuda y con una hija de pocos años, según había contado en alguna  conversación, no le fue fácil criar una hija ella sola y en un mundo de hombres, alguna vez había explicado que al quedarse viuda tan joven los tíos la buscaban pensando que estaría desesperada y fácil de llevar al catre.
Habíamos cojido mucha confianza y los temas de sexo no eran tabú entre los tres. A mi pregunta de si había tenido algún novio o ligue en todos esos años su respuesta fue contundente, que entre sus piernas solo se había colado un hombre, su marido., yo bromeaba diciéndole que el día que volviera alguien a intentarlo iba atener que llevarse el martillo de los paletas, ella se reía.
Ese sábado había quedado con Carola de pasarla a buscar para ir al cine a ver una película de estreno que nos gustaba a los dos, llegué Carola me abrió la puerta y me dijo que tendría que esperarme un poco, su madre estaba en el baño y que cuando saliera se acabaría de arreglar y marcharíamos.
A los pocos minutos salio la madre enfundada en un albornoz blanco cortito que mostraba sus muslos, me saludo cariñosamente como siempre entrando en su dormitorio.
Desde la posición que yo estaba sentado en el sofá la puerta de la habitación quedaba enfrente, al entrar la puerta quedo medio abierto sin que ella se percatara, o quizás a caso hecho, nunca lo sabré  ni se lo pregunté ni ella me lo dijo nunca. Yo hacía como miraba una revista pero lo cierto es que no quitaba ojo de la abertura de la puerta en la que se veía al fondo un armario con las puertas de cristal de espejo.
En los espejos se veía reflejada la imagen de Remedios y lo que sucedió me dejo sin respiración y los ojos que se me salina de orbita, Remedios se había despojado del albornoz y su cuerpo se reflejaba desnudo en el espejo, se frotaba el cuerpo untándose la crema hidratante sin darse cuenta que yo observaba todos sus movimientos, cuando se frotaba entre los muslos pude ver con claridad la selva negra que ocultaba entre sus piernas, nunca había visto algo semejante, era de una intensidad y oscuridad como nunca había imaginado que se pudiera tener.
Solo de ver como se acariciaba primero el cuerpo y después sus maravillosos pechos me subió una erección difícil de controlar, aproveche cuando Carola entro en su habitación después de salir del baño para entrar e intentar bajar la erección, Remedios no me lo ponía fácil, había dejado sus bragas en el cesto de la ropa  y no pude evitar olerlas eso aun me excito mas.
Mientras Carola se cambiaba de ropa no pude evitar pajearme intentando bajar mi erección, no podía salir así del cuarto de baño, los chorros de semen no tardaron en salir como cohetes sobre las bragas que aun tenía en mis manos,  mientras limpiaba lo que había caído al suelo carola me decía que estaba lista para irnos, no sabia que hacer con ellas y finalmente las volví a dejar en el cesto.
Al día siguiente Carola me llamó por teléfono  desde el trabajo para pedirme si podía pasar por su casa para mirar que pasaba con la corriente eléctrica, su madre la había llamado comunicándole que se habían quedado sin corriente.
Cuando llegue remedios ya me esperaba en el rellano de la escalera hablando con una vecina, había corriente en los demás pisos menos en el suyo, entré a echar un vistazo y le pregunté que había pasado antes de quedarse sin luz, ella me dijo que estaba planchando y de golpe se marcho la luz.
Después de echarle un vistazo al cable de la plancha me di cuenta que podía haber sido la culpable. Baje al cuadro de contadores y el automático del piso estaba saltado.
Después de que el piso volviera a tener luz arregle el cable de la plancha que había sido la causante del corte de corriente, mientras lo reparaba Remedios estaba al lado mirándome, esa mañana estaba mas radiante que de costumbre se había maquillado y pintado los labios, sonreía y la veía nerviosa, un trapo de cocina que llevaba en la mano no paraba de apretarlo, la veía deseosa de preguntarme algo.
- Miguel, entre Carola y tu va todo bien.
Me la quede mirando noté que su nerviosismo aumentaba al sentir mi mirada.

- Porque me pregunta eso Remedios.
- Es que últimamente os noto muy serios.

Eso no era cierto, era una excusa ya que hasta el día anterior siempre nos mostrábamos alegres y bromistas siempre que estaba ella delante no nos cortábamos en  darnos abrazos y arrumacos.
Se le habían subido los colores, entonces  supe que se trataba sobre su prenda intima.

- Remedios, quiero pedirle disculpas, se que no estuvo bien lo que hice ayer.
- Y que hiciste ayer Miguel, no se que quieres decir.

- Si que lo sabe Remedios, no te has la tonta.
- No pude resistirme cuando entre al baño y vi tus bragas en el cesto de la ropa.
- Ahh era eso.
La sonrisa la delató, se había dado cuenta, como para no darse si quedaron todas empastifadas de semen.

- Ayer cuando saliste del baño y entraste en tu habitación la puerta quedo un poco abierta y te vi cuando te untabas el cuerpo con la crema hidratante, te vi desnuda reflejada en el espejo del armario.

Ella puso cara de espanto llevándose las manos a la cara al oír mi confesión.

- Por Dios, por Dios que pensaras de mi Miguel.
- Quiere que le diga lo que pienso??
- Pienso que tiene usted un cuerpo esplendido y algo entre sus piernas que mas de uno y mas de mil quisieran poseer aunque solo fuera por unas horas.

Ella seguía con cara de espantada y algo avergonzada al oír mis comentarios.

- No me extraña que los hombres del barrio se quieran meter todos en su cama. Anda, andaaa,  respondió ya mas relajada.
- No digas tonterías quien va a querer eso con una vieja.
Quien le respondí
- Yo sería el hombre mas feliz del mundo si pudiera hacerlo, y no quiero que se ofenda, pero esta usted muy deseable y mas si es cierto que desde que murió su marido no ha estado con nadie.
- Eso te puedo jurar delante de un altar, no me he acostado con nadie que no sea mi marido.
- Pues eso aun me pone aun más berraco, solo de pensar que en tantos años nadie lo ha probado.
- No se enfade, ni se ofenda pero mire como me ha puesto nada más de pensarlo.

Mientras se lo decía le mostré el bultote mi pantalón que estaba a punto de explotar.
Ella miraba con los ojos muy abiertos, lleve una de sus manos sin que ella lo esperarla  hasta tocar el bulto de mis pantalones.

- Quita quita, no seas marrano, solo falta que se entre mi hija.
Cuando la oí decir eso bajando la mirada supe que lo deseaba tanto o más que  yo.
- Sabe una cosa Remedios? Esta noche casi no he podido pegar ojo, solo pensando en su cuerpo y en lo que vi ayer a través de la rendija de la puerta.
- Anda ya no te rías de mí.
- Se lo digo en serio, cerraba los ojos y solo veía su cuerpo desnudo y esa mancha oscura de entre sus piernas.
- Y volviste a hacer lo que hiciste con mis bragas?
- Nooo, la he guardado toda para usted.
- Calla calla y no seas marrano, no le digas eso a una pobre vieja.
Se le habían subido los colores, después de eso pensé que si dejaba pasar la oportunidad quizás nunca mas la tendría, la notaba excitada, caliente así que la abrace por detrás y la bese en el cuello.

- Remedios, esta usted muy buena, ya ha notado como estoy, esto no se puede quedar así.
- Miguel, Miguel estate quieto, eres el novio de mi hija.
- Solo soy un hombre loco por eso que tiene entre sus piernas y por hacerla disfrutar todo lo que no ha disfrutado en los últimos años.

Mis manos se apoderaron de sus pechos por encima de la ropa, una mano en cada uno, los apretaba haciendo que de su garganta salieran leves gemidos.

- Por Dios Miguel, no seas loco, no nooo para para.

En ves de parar metí mis manos por el escote apresando sus pechos por dentro del sujetador sintiendo por primera vez la suavidad de su piel, mientras los hacia, besaba y mordisqueaba su cuello a lo que ella respondía con respiraciones profundas, sin dejar de abrazarla le desabroche dos botones del vestido en la espalda volví a meter mis manos en sus pechos para poder echar arriba el sujetador y poder acariciarlos mejor, pellizque sus grandes pezones que los notaba duros, ella se quejo al sentir mis pellizquitos, seguí bajando mis manos hasta notar el borde su prenda intima, seguí avanzando y sentí la suavidad del pelo que cubría su sexo.

- No nooo Miguel por favor, eso noo por favor noo, déjame déjame.

Mas que negativas eran suplicas de que siguiera avanzando, sentí en mis dedos la humedad de su sexo, los labios de su sexo eran grandes y hinchados y daban paso a otros mas pequeños, notaba la raja caliente y mojada, uno de mis dedos intentaba entrar pero desde esa posición me era casi imposible.
Subí mis manos y deje que resbalara el vestido por sus hombros para poder desabrocharle sujetador y quitárselo, entonces lleve una de sus manos al bulto de mi pantalón que ella apretaba por encima de la ropa. Me desabroche el cinturón y la bragueta bajándome el calzoncillo dejando en livertad mi pene que me dolía al estar apretujado en los pantalones, volví a llevar su mano sobre mi tranca, al sentir en su mano el calor que desprendia intento retirarla como si le hubiera dado la corriente.

- Remedios, Remedios acaríciame, quiero sentir tus manos.

Volví a poner su mano sobre mi pene y esta vez lo abrazó con su mano mientras respiraba agitadamente, el vestido callo a su s pies, acabe de quitarle el sujetador quedando solo con las bragas, la gire y comencé a ir bajando entre sus pechos, su vientre, seguí intentando bajarle las bragas, mientras ella seguía negándose apretando sus piernas, solo eran leves quejidos.

- Hay Miguel, por Dios que me estas haciendo, que estamos haciendo, esto no esta bien, no esta bien aiiii aiiii, por Dios.

Finalmente conseguí quitarle las bragas por los pies y metí mi cabeza entre sus piernas aun cerradas, sintí en mi cara la suavidad de su pelambrera y en mis fosas nasales el olor de hembra en celo, comencé a besar y lamer sus muslos hasta las rodillas y volvía a subir hasta su vientre, volvía a bajar pasando mi lengua por sus ingles que hacia que los suspiros cada vez fueran mas fuertes, ella se negaba a abrir las piernas, la apreté hacia abajo de la cintura hasta hacer que se tumbara en el suelo de espaldas. Estábamos en el cuarto de la plancha, yo de rodillas miraba el frondoso bosque negro que tenía ante mis ojos, era impresionante la pelambrera que tenia entre sus piernas, mis manos abrieron sus piernas y mi cabeza se coló entre ellas, con delicadez fui apartando los pelos hacia los lados hasta encontrar la entrada rozada, la que me daría paso al paraíso de su cuerpo, mi lengua se incrustó en su rajita mi lengua ansiosa la lamia y chupaba mientras.
Remedios ya le sobrevenía el primer orgasmo que inundaba su raja de fluidos viscosos que yo lamia con deleite, después de este primer orgasmo subí con mi lengua hasta sus pechos de nuevo los chupaba y mordía mientras uno de mis dedos se introducía en su rajita, la notaba muy mojada y caliente después de un dedo fueron dos, profundice lo mas que pude apretando hacia arriba como si quisiera sacarlos por su ombligo, al sentir la presión en esa zona tan placentera para la mujer su cuerpo empezó a convulsionarse y a temblar, de nuevo estaba sintiendo el orgasmo y esta vez mucho mas fuerte, Remedios jadeaba y respiraba como si se ahogara, no hablaba ni decía nada, pensé que era el momento de hundirme en ella, con sus piernas abiertas acerque mi pene con una mano, rebuscando entre la maleza oscura hasta sentir en el capullo el calor y la humedad de su raja, se las restregaba y ella se retorcía de gusto al sentirla en la entrada de su sexo, suavemente metí el glande en su raja, ella al sentirlo exhaló un suspiro hondo y un aiiiiiiii, su raja era estrecha para lo hinchado que tenía mi pene, normal después de treinta años de que no entrara nada por su rajita, parecía el sexo de una veinteañera, notaba como las paredes de su sexo se apretaban  al mi pene haciendo que el roce fuera intenso sobre la piel del pene, con pequeños achuchones seguí avanzando mientras ella de vez en cuando dejaba escapar algún quejido y clavaba sus uñas en mi cuerpo, aquella mujer tenia el coño mas estrecho de todas  las mujeres con las que había estado, había entrado solo la mitad, aun faltaba entrar un buen trozo, ella se destorcía a cada empujón que le daba, hasta que de uno algo mas fuerte que la izo dar un quejido mas fuerte sentí como mis huevos descansaban sobre una alfombra suave.

- Ya mi vida, Yaa, toda esta dentro, es toda tuya.
- Ainssss siiii, m siento hinchada, la noto queme llega hasta el fondo.

Comencé un suave mete y saca, primero unos centímetros y luego mas y mas hasta que solo dejaba dentro el capullo, pellizcaba sus pechos mientras seguía entrando saliendo de aquella cueva estrecha y caliente, sentí que el orgasmo estaba cerca y le susurraba palabras al oído.

- Remedios, te voy a llenar de leche, te la voy a echar toda, la tenía guardada solo para ti, te voy a llenar el coño de leche caliente.
Ella a veces contestaba.
- Si siii miguel, échamela toda, todaa ainnnnn ohhhhhh ahhhhhh.

Esas palabras me excitaban y hacían que los apretones cada vez fueran más fuertes y más intensos, jadeaba y gemía como un animal mientras las gotas de sudor caían sobre su vientre.
No pude aguantar más y deje que borbotones de leche caliente inundaran el interior de su sexo hasta llenarlo, a cada achuchon que seguía dándole su sexo escupÍa chorritos de semen mezclados con los fluidos de sus corridas..
Ella jadeaba y gemía, su respiración era ahogada y al límite mientras sentía como los chorros de leche se estrellaban  en el fondo de sus entrañas.
Los dos quedamos agitados y sudorosos casi sin poder respirar, yo me mantenía apretado entre sus piernas clavado hasta el fondo soltando las ultimas gotas de semen. Cuando los dos pudimos respirar normal ella me miró a los ojos y me dijo con mirada suplicante.

- Que hemos hecho Miguel, que hemos hecho.
 - Yo no se tu, pero yo lo que hecho es pasar uno de los mejores ratos de mi vida.
- Ha sido un polvo monumental.
- Es verdad eso queme dices.

Me decía con voz ahogada y relajada con su cara que le echaba fuego toda roja como un tomate.

- Es que no me crees? No te has dado cuenta el placer que me has hecho sentir, no lo ves en mi cara.

- Y ahora que vamos a hacer?

Mientras me decía eso yo permanecía apretado a su cuerpo con el pene hundido aun hasta el fondo.
- Pues levantarnos y ducharnos porque me tengo que ir a trabajar sino echarte otro polvo.
Esto la hizo reír y al estar apretujada con mi cuerpo sentí los espasmos de su sexo oprimir mi polla.
- Remedios sino tuviera que ir a trabajar iba a estar follando contigo hasta quedarme sin piel en la polla, pero esto solo ha sido un aperitivo de lo que vamos a disfrutar.
- Un aperitivo?, Me has roto el chocho con ese pedazo de trabuco que tienes y si casi me desmayo cuando me la has metido, pensaba que me Moria, que me daba algo.
- Te ha gustado?
- Mucho, nunca habia sentido tanto gusto, ni tanto dolor, pero cuando he sentido que te corrias pensaba que me moria. Me siento muy avergonzada.
- Porque?
- Porque pensaras que soy una puta guarra. Eres el novio de mi hija y yo le he puesto los cuernos.

- Eso no es cierto, no eres nada de todo eso que dices, ademas no soy el novio de tu hija, solo somos amigos. Eres una tia super guaii que estas como un tren de buena
- Si siii amigos, como que no la he oido alguna noche. Ahora entiendo sus quejidos.
- Sabes una cosa Remedios,  nadie me ha vaciado los huevos como lo has hecho tu, jajajaja.
- Calla calla que me avergüenzas mas.
Una nueva carcajada y su sexo aprisionaba mi pene.
Muy despacio fui saliendo de ella, aun la tenia tiesa, al sacarla un chorro de leche salio de su sexo cayendo al suelo.
Mientras la sacaba ella hizo pequeños gestos de dolor y se quedo mirando mi pene.
- Madre mía que pedazo de polla, si parece un pepino.
Me incliné y le di un suave beso en los labios.
- Me duele mucho el chocho pero he disfrutado como una perra.
Chocho es como ella llama a su rajita.
- Gracias Remedios por haberme hecho tan feliz.
 Me levanté y me metí en la ducha, ella tapaba sus sexo con una de sus manos entre sus piernas porque sentía vergüenza que la mirara, cuando salí remedios se había puesto el vestido y estaba pasando la fregona limpiando los chorros de semen que habían salido de su sexo cayendo al suelo, tenía el pelo alborotado y sus mejillas coloradas, sus ojos brillante y no se atrevía a mirarme a la cara porque se sentía  avergonzada.
Antes de marcharme la abrace por  detrás, al sentir mis brazos se apretó hacia atrás cariñosamente, le susurre al oído me tengo que ir aunque no quisiera irme
 Y tu no te avergüences de lo que hemos hecho ni te preocupes por nada me oyes, no hemos hecho nada malo, le di un mordisquito en la oreja.

- Si se enterara Carola me moriría de vergüenza.
- De que se va a enterar? Se lo vas a decir tú?.
- Noooo. Pero
 - Pero queee. Tampoco yo se lo voy a comentar a nadie, este será nuestro secreto.
Le di un cachete cariñoso en el culo y un beso en el cuello y me marche.
Después de ese día volvimos a estar juntos muchas más veces, durante más de un año estuve contentando a la madre y a la hija.
Pero eso os lo contare en otros relatos.

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