23/9/12

UNA FANTASIA HECHA REALIDAD.


ALBA, MI FRUTA PROHIBIDA
Alba era una mujer casada que vivía en el mismo rellano donde yo vivía con mis padres. Hacía dos años que junto a su marido habían venido a vivir al barrio. Siempre me había gustado pero ella no me hacía mucho caso cunado me la cruzaba en la escalera, en esa época yo tenía fama en el barrio de tirarme a todo lo que se movía, aunque no era del todo cierto, aunque en honor a la verdad, las mujeres no se me daban mal del todo. Alba era una chica de mediana edad con un bonito cuerpo y unos pechos que hacían girar la cabeza a los tíos cuando la veían pasar, le que le gustaba provocar, siempre vestía ropas ajustadas y faldas cortas, el marido pasaba a veces semanas enteras fuera por su trabajo de comercial. Al vivir pared con pared  se oye casi todo, yo los oía algunas noches cuando el llegaba y ella le pedía marcha, casi siempre acababan discutiendo. Una noche oí como discutían y como ella le decía muy enfadada. (algún día te voy a poner los cuernos) (eres un picha fría, (nunca tienes ganas). Y cosas parecidas.
Una tarde me la encontré en unos grandes almacenes, iba sola, nos saludamos como vecinos y comenzamos a hablar, me dijo que como siempre su marido estaba de viaje y que ella se aburría todo el día sola en casa y por eso había salido a dar una vuelta, la invite a tomar una coca cola en la cafetería de los grandes almacenes, nos sentamos en una mesa y seguimos hablando, después de media hora de charla le propuse ir al cine, ella lo rechazo  con la excusa de que podrían vernos juntos y pensar que estábamos liados, le conteste que a mi no me importaría, estar liado con ella le aclaré, ella me miró sonriendo, ya te gustaría respondió, estas palabras las decía sonriendo y con carita de picardía, fue cuando ella me dijo que si me apetecía podía invitarme a su casa a tomar una copa donde estaríamos mas cómodos y sin el miedo de miradas indiscretas, pero tenía que prometerle que no se lo iba a contar a nadie, a nadie, nadie, esto me pareció una invitación en toda regla para que la follara. Se lo juré mientras ella seguía diciendo que al vivir en la misma escalera nadie iba a sospechar si tenía el cuidado que nadie me viera entrar en su casa.

Quedamos en que ella subiría primero y a los cinco minutos que subiera yo que ya dejaría la puerta abierta para que nadie sintiera el timbre. Así lo hicimos y a los cinco minutos de subir ella subí yo y sin hacer ruido me colé en su casa.

Nos sentamos en el salón y me dijo si quería tomar algo, le dije que si una cerveza. Nos sentamos en el sofá y muy al contrario de cómo ambos deseábamos no nos lanzamos directamente. 
Estuvimos hablando un rato sobre todo de su familia, mi familia, las amistades, las relaciones, el rechazo mutuo que teníamos hacía ellas, viajes, cosas que habíamos visto etc. Hasta que tocamos el tema del sexo y la cosa se fue calentando. 

Yo me quite la chaqueta porque realmente hacía mucho calor, quedándome en camisa. Ella se había cambiado y se había puesto un vestido de tirantes que tenía un amplio y accidentado escote al no llevar sujetador al inclinarse se le podían ver sus senos. Alba tenía un cuerpo de ensueño, muy bien proporcionado en todo. anchas caderas, buenos muslos y los pechos de una talla 90 y bien duros, aun no había cumplido los 30 años, yo en esos años había cumplido los 26. 
Nos empezamos a calentar mientras nos mirábamos, en poco rato noté como ella se iba acalorando y ami me empezaba a venir una erección que no podía controlar y que a ella no le pasó desapercibida y que no dejaba de mirar, yo estaba muy caliente y aquel escote me  estaba poniendo enfermo.

Sin mas preámbulos me fui al sofá a sentarme a su lado y la empecé a besar por el cuello, luego baje hacía el escote, me le baje los tirantes del vestido y le empecé a comer las tetas. Dios como estaba, sentía que el pantalón se iba a romper de un momento a otro.

De pronto ella llevo sus manos a mi bragueta y libero la fiera que estaba hambrienta, me empezó a  besar y a comerme la polla, yo estaba que echaba humo de caliente, la levante en brazos y la llevé a la cama me quité el pantalón quedando totalmente desnudo y con la tranca al máximo de erección que ella miraba con los ojos muy abiertos mordiéndose los labios, le quité las braguitas y me empecé a comerle el coño haciéndola gemir hasta tener varios orgasmos seguidos.

Después de unos minutos intente colocarme entre sus piernas con la intención de penetrarla pero ella mirándome con lujuria me dijo que ni de coña que mandaba ella, se dio la vuelta  y comenzó restregársela en la entrada de su coño pero sin metérsela, yo ya no aguantaba más, estaba que de un momento a otro me iba a vaciar.
Con una sacudida le di la vuelta dejándola de espaldas sobre la cama y con las piernas bien abiertas, en esa posición podia ver su rajita abierta brillante y húmeda esperando que la llenara con mi tranca, ella al ver como por mis ojos salía fuego de lo caliente que me había puesto, con una de sus manos acompañó mi tranca hasta la entrada de su raja y de un solo empujón se la clave hasta los huevos, ella al sentir la brusquedad de la penetración dio un fuerte grito que se debió oír en toda la escalera, sin parar entraba y salía de su maltrecha raja con brusquedad le daba apretones sintiendo como mis huevos se estrellaban una y otra vez entre sus ingles hasta que los dos alcanzamos el orgasmo a la vez, un orgasmo que nos dejo a los dos exhaustos con la respiración ahogada y los corazones a punto de explotar, sentía los temblores de sus cuerpo a cada sacudida de leche que le soltaba, me corrí como no lo había hecho nunca, notaba como no paraban de salir borbotones de leche inundando su interior, ella los recibía con gemidos de placer apretándose a mi cuerpo.
Fue un polvo inolvidable donde gocé como nunca.
Cuando nos recuperamos ella se fue al lavabo a lavarse mientras me decía si de esta no quedo preñada no me quedare nunca, eres un cabron me la has dejado dentro, mientras caminaba le bajaban los chorros de leche por los muslos además de haber dejado una gran mancha en las sabanas.
Habían pasado unos meses y por mi trabajo que estoy largas temporadas fuera no me entré hasta que estaba de tres meses, las fechas coincidían, esa noche se había quedado embarazada cuando nació la niña un día que me la encontré paseando hablamos y me aseguró que era mía pero que ese sería nuestro  secreto de por vida.
Hoy cuando me decido a contarlo han pasado 30 años, yo me casé y me fui a vivir a otro pueblo algo distanciado y aunque durante estos años nos volvimos a ver algunas veces y volvimos a pasarlo bien pero sin aumentar la familia.

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